Esta realizado por parte de dos personas colocadas debajo de una tela y común armazón de hierro que hace el cuerpo de un cabestro y tiene la función de atraer a la vaca hacia ellos para llevarla a los toriles, haciendo creer a la vaca que es un cabestro de verdad.

      En el momento del encuentro entre "Soñador" y la vaca, la respiración se para y el corazón deja de latir, pues se intuye lo peor, se palpa el peligro, pero al instante se comprueba que no hay nada que temer. El animal sigue a corta distancia al manso humano y entonces es cuando se empieza a jugar con la vaca, se le ponen las manos encima, etc., la sorpresa, el asombro y la incomprensión se despierta en el observador.

      La actuación finaliza conduciendo al bravo animal hacia el interior de los toriles. Y acto seguido explota una grandiosa ovación hacia "Soñador" y a los que lo llevan.