El Tratado de Almizra

Por Jesús Moya Casado

     Un día 26 de marzo del año 1244 se firmó el Tratado de Almizra por medio del cual se señalaban las fronteras entre los reinos de Castilla y Valencia entre el Rey Jaime I “el Conquistador” y el infante castellano Alfonso, hijo de Fernando III y posterior rey Alfonso X “el Sabio”. El primero tenía treinta y seis años; el segundo veintitrés.

La localidad de Campo de Mirra con Benejama al fondo.

   El Castillo de Almizra se encuentra en un monte próximo a la localidad de Camp de Mirra, al norte del valle de Biar, en la comarca de L'Alt Vinalopó en la provincia de Alicante, a 68 kilómetros de Alicante capital y 111 de Valencia. Desde este castillo, se aprecian tierras de cuatro provincias: Alicante, Murcia, Albacete y Valencia.

   Desde la firma de este tratado, las fronteras se marca desde Biar por el interior y Calpe por el mar para el Reino de Valencia, pasando para Castilla las que estaban al sur de estas poblaciones; es decir, el Reino de Murcia. El pacto fue firmado, entre otras cláusulas, a perpetuidad y obligaba a los sucesores, así como dejaba avisadas a ambas partes con un compromiso: "...que ninguno de los dos quite o disminuya al otro algo de la parte a cada uno asignada, ni de otro modo ninguno de los dos maquine astutamente algún obstáculo contra la ya dicha división".

   Aquí reproduzco parte de este tratado:

La ermita de San Bartolomé.

   “Acerca del reparto de la conquista de Hispania (...), realizado amigablemente entre ambos y compuesto del siguiente modo: Que el rey Jaime precitado, por sí y por sus sucesores, lauda, concede y determina al citado infante D. Alfonso y a sus sucesores a perpetuidad el castillo y la villa de Alacant, con todos sus confines, y Aguas, con todos sus confines, y Busot con todos sus confines, según va el terreno y sale hasta el puerto de Biar, y el castillo y la villa de Millena con todos sus confines, y todo lo otro que está más allá del límite de Biar, que va hacia el puerto de Biar entre el límite de esta y el de Millena y hacia la parte de Murcia y de Castilla, excepción hecha de los términos completos de cada una de ambas, y todo lo otro que queda entre el confín de Almiçran y el de Bogarra, excepción hecha de los términos completos de cada una de ambas, y lo que va hacia el comienzo de la sierra de la Rúa que está sobre Ayora según la divisoria de aguas de esta sierra desde la parte de Castilla y cual esta sierra está donde confluye el Cabriel con el Júcar. Del mismo modo, el infante D. Alfonso, primogénito del ilustre D. Fernando, rey de Castilla, lauda, concede y determina por sí y por todos sus sucesores al ya citado Jaime, rey de Aragón y a sus sucesores, a perpetuidad, el castillo de Caztalla, con todos sus confines, y el castillo de Biar con todos sus confines, y el castillo de Almiztra con todos sus confines, y cuanto se ha dicho de los castillos de Alacant, Aguas y Busot a excepción de los términos enteros de estos castillos cual más arriba se ha expresado, y todo cuanto hay bajo el puerto de Biar hacia Xátiva, Denia y toda la otra tierra del reino de Valencia, y todo lo demás que queda aquende los confines señalados según la divisoria de las aguas hasta la parte de Valencia (...). En Almizra, durante la conferencia allí celebrada. Día séptimo de las kalendas de abril del año 1244, era de 1282."

   Uno de los principales litigios que se plantearon, fue el que los castellanos reclamaban la plaza de Játiva como dote de la hija de Jaime I al futuro matrimonio con el infante, el cual centró gran parte de las discusiones y obligó al Conquistador a poner todo su ardor y diplomacia en la defensa de esta población. Jaime I dio de sí mismo en la "Crònica" una imagen de dureza en el debate, hasta el punto de atribuirse una amenaza a los castellanos: "Qui en Xátiva volrà entrar sobre nós haurá de pasar".

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