El gremio de los cordeleros
Por Jesús Moya Casado
El día 12 de diciembre del año 1748 festividad de Nuestra Señora de Guadalupe, por medio de una Real Cédula, fueron aprobadas las ordenanzas del …Gremi de Cordellers, per al bon règim i govern de l’ofici…, determinando claramente que su manufactura debía de ser exclusivamente de cáñamo.
En el gremio de los cordeleros o “soguers”, trabajaban mujeres y niños, el cáñamo, cultivándolo, elaborándolo y con el cual confeccionaban cualquier tipo de hilo. La cuerda que está formada por más de una “guita”, se llama cosedera y se utiliza para coser las suelas de las zapatillas “espardenyes”. También lo trabajaban haciendo el trenzado, “l´aixereta”, siendo esta trenza la que se utilizaba para confeccionar la suela de las alpargatas.
Algunas veces confeccionaban hilos para hacer la cuerda “colchada”, que es una soga de considerable grosor. Consta de cuatro cordones y cada uno de estos, a su vez, de quince hilos “sencillos. Se usa para el “bou embolat”, también podían hacerse sogas, maromas para la mar, etc.
La siembra del cáñamo se hacía a finales de marzo, tal como dice el refrán “Cánem gentil, sembrat en març i eixit en abril”.
El cáñamo segado se deja unos días extendido en el campo, para que reciba la serena un par de noches, luego se agavilla en pequeñas haces o “garbes” atadas en una ligadura de esparto, posteriormente se sacude con unas “forques” para que se desprendan las hojas del cáñamo, después se procede a carmenar o “escarpir” el cáñamo, para lo cual son revueltas las gavillas a fin de que se enrubie su parte interior y finalmente se bate con un bastón o con la mano afín de hacer caer, las últimas hojas.
El cáñamo en flor se coloca dentro de grandes balsas o “safareig” llenas de agua para su remojo, “remullada”, se le colocan encima piedras para que no aflore a la superficie, y así el agua va pudriendo la corteza del mismo hasta que se suelta, luego se saca dejándolo secar al sol y cuando está seco se recoge en gavillas.
Los hombres que trabajaban en este proceso de la elaboración del cáñamo, se llamaban agramadores, trabajando estos en cuadrillas.
Una vez el proceso anterior realizado y después de secas las gavillas extendidas en la era, las recogían y se las repartían, cada agramador con su agramadera, que consistía en un tronco de higuera, con un gran canal en la superficie superior, y con una “maça”, que es un leño, con una hoja de hierro, que encajaba en el canal, se le daba golpes o “maçades”, para hacer caer los desechos “borres”.
Este trabajo por ser muy agotador ha dado origen a un aforismo valenciano “Bon pit, bon cánem”.
El “pentinat” consiste en separar del mazo de cáñamo las fibras más pequeñas y de menos calidad, se emplea un rastrillo para la realización de este trabajo, el “pinter”, luego ponía una tabla de madera plantada con largas tachas o “púas”de unos 25 o 30 centímetros de longitud en posición vertical.
El “pentinador”, de pie y enfrente de la tabla con un manojo de cáñamo le daba golpes contra las “púas”, tirando al mismo tiempo contra sí, quedándose las hebras más pequeñas y las menos finas enganchadas entre las “púas”. De este modo se van separando las hebras buenas de las malas, las cuales van a servir para fines distintos.
Cuando llovía, como no podían ni menar ni hilar, los patronos aprovechaban el día para “pentinar” el cáñamo y así poder quitar los pedazos de los troncos del cáñamo y sus enredos.
La “aixereta” es una trenza que se hace de los residuos del cáñamo, de nombre “moca” o “mocaes”, son los residuos que se quedan sobre el “pinter”, es un trabajo manual y generalmente lo desempeñaban mujeres. El cáñamo se pone dentro de una cesta de mimbre de forma abombada, alta de boca y no muy ancha llamada “basso”, de donde se va sacando a medida que se va trenzando, la cual se trenzaba en tres cabos.
Una vez fabricada “l´aixereta” se la llevaban a los “ordidors”, que eran hombres que trabajaban en un banco de madera, donde se le daba forma a la suela para la fabricación de zapatillas “espardenyes”.
Para la realización del “ro” se necesitaban unas ruedas encima de una plataforma llamada “ro”, en la cual se halla un rombo que ocupa la parte central del círculo formado por dos planchas, en disposición circular, a unos cinco centímetros de la circunferencia de los bordes de las planchas, y unos tacos de unos diez centímetros de longitud y tres de diámetro clavados a ambas planchas por lo que la “ro” tiene de 14 a 15 cm. de grosor.
En el eje de la “ro” había una manivela de hierro, que sirvía para hacerla rodar.
Esta labor se realizaba normalmente por un hombre ayudado por un niño.
Los hiladores, cogían un “manoll” de cáñamo y se lo ponían en la cintura sosteniéndolo con una faja o un pequeño delantal, luego cogían hebras de hilo y las colocaban en los dos carretes, en los cuales había dos estrías donde se colocaba una fina cuerda que da la vuelta a la “ro” por encima de los pequeños tacos con la cual, al imprimirle un movimiento circular a la “ro” giran al mismo tiempo los carretes, que están sujetos en la parte superior de la (T).
El cáñamo cuando más limpio estaba de tropezones, más aprisa se le podía trabajar.
Mientras que el niño “menaor” daba la vuelta a la manivela, el “filaor” iba confeccionando el hilo, si le giraba a la derecha, se confeccionaba el hilo de dos hebras “cabillos” que sirve para coser la careta y el talón de la zapatilla, “encarar” y si giraba a la izquierda se confeccionaba el hilo de tres o cuatro hebras “cabillos” para cerrar, “tancar”, encordar y también de tres o cuatro para coser las suelas de las zapatillas.
En la mano derecha, llevaban un trapo de nombre “braguer”, que mojaban con el agua que tenían en una cazuela de barro bajo la “ro”. Mojaban el “cànem” tal como iban confeccionando la cuerda, que suavizaba y daba brillo al hilo, este trapo o guante les servía de resguardo para no cortarse las manos con el hilo.
Estas eran, muy resumidas, las tareas de los cordelers y su venta y comercialización en Valencia se situaba en la “Calle Cordellats”, cuya antigüedad se remonta al año 1384. Esta se alarga desde la “Plaza de la Compañía” hasta la “Plaza del Mercado” y atravesaba la muralla árabe del siglo XI. Su corto recorrido bordea uno de los laterales del edificio de La Lonja y desde ella se divisa la Parroquia de los Santos Juanes. El motivo de su rótulo no fue otro que el asentamiento gremial de comercios de cordeles y de esparto junto con escobas de palma de murta y las tradicionales alpargatas y también el del abastecimiento de nieve y hielo. Se cree además que el poeta y médico del siglo XV Jaume Roig habitó la casa de la “Calle Cordellats” con esquina a la “Calle de las Danzas”.
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