La Biblioteca de Federico Ferreres Folch (1879-1942) conservada en el Ayuntamiento de Xert

por Juan Antonio Micó Navarro y Mª. Milagros Cárcel Ortí

I. Introducción.

     En el verano de 1982 nos pusimos en contacto con el entonces secretario del Ayuntamiento de Xert, Angel Cuartiella Ferreres, para averiguar si dicha institución conservaba documentación antigua y proceder, si se nos permitía, a su catalogación. Pero nos informó que tan sólo existía la originada con posterioridad a la pasada guerra civil.[1] No obstante, nos habló de un fondo bibliográfico, perteneciente al Ayuntamiento y procedente del que fuera canónigo de la Catedral de Valencia y natural de Xert, Federico Ferreres Folch, quien lo había legado a la Parroquia.

Casa de Federico.

     Acompañados por Ángel Cuartiella Ferreres, nos desplazamos a una casa cercana, en la misma plaça Vella, la cual servía de Juzgado Municipal, donde se conservaba la mencionada biblioteca. Solicitamos permiso para su catalogación, que nos fue amable e inmediatamente concedido y en ello invertimos varias horas de nuestros días de vacaciones.

     El catálogo de la misma lo publicamos en la revista Estudis Castellonencs en 1986,[2] acompañado de un estudio de su contenido. No obstante, nos parece interesante dar a conocer la biografía de quien fue discípulo aventajado de la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma y llegó a ocupar cargos de responsabilidad en la curia eclesiástica valenciana. Con ello tenemos la esperanza de contribuir a que dicha biblioteca, actualmente colocada en la sala de plenos del Ayuntamiento y al alcance de todos, sea convenientemente custodiada, como prueba de gratitud que nuestro pueblo debe al Dr. Ferreres.

     Nuestra exposición consta de dos apartados: en el primero ofrecemos una somera biografía, sin cuyo conocimiento sería difícil comprender el contenido del fondo bibliográfico estudiado; en el segundo presentamos el análisis de la biblioteca, obtenido a través de su estudio estadístico descriptivo.

II. Biografia.

     Federico Ferreres Folch nació en Xert el día dieciséis de septiembre de 1879, en el seno de una familia humilde.[3] Fueron sus padres Tomás Ferreres Beltrán y Juana Folch Meseguer, que habitaban en la casa número uno del “carrer Sol”.[4]

Curso de Federico.

     A los doce años ingresó, como alumno interno, en el Colegio de San José de Tortosa, que hacía de Seminario Menor de la diócesis,[5] continuando sus estudios sacerdotales en el Seminario Conciliar de dicha ciudad.[6]

     En 1896 obtuvo una beca para ampliar su formación en Roma, como alumno del Pontificio Colegio Español. Allí cursó estudios superiores en la prestigiosa Universidad Gregoriana, doctorándose en filosofía, teología y derecho canónico por esta institución.[7] El 19 de julio de 1902, poco antes de su regreso a España, fue ordenado presbítero.[8] Al volver a su diócesis, el obispo de Tortosa lo nombró profesor de filosofía del Seminario Conciliar.[9]

     En 1904 ganó, por oposición, una plaza de canónigo de la Catedral de Cuenca, ciudad en la que permaneció seis años y en cuyo Seminario fue profesor de dogma.[10] Al quedar vacante una canonjía en la Catedral de Valencia en 1911, ganó la mencionada plaza por oposición, tras lo cual se trasladó a esta ciudad.[11] Por su preparación intelectual, impartió clases de diversas materias en el Seminario como economía, teología y derecho,[12] ocupando posteriormente los cargos de Provisor de la Curia, en 1923; Vicecanciller de la Universidad Pontificia, en 1926; Prefecto de Estudios del Seminario, en 1927[13] y por último se le concedió la dignidad de Arcipreste de la Catedral de Valencia.[14]

     Entre los alumnos que se formaron con él en esta etapa valenciana, destaca el que más tarde llegaría a ser Cardenal Primado de España y Arzobispo de Madrid-Alcalá, monseñor Vicente Enrique y Tarancón, quien recordando a nuestro personaje en sus Memorias, nos lo definía con las siguientes frases laudatorias:

“Don Federico Ferreres Folch, vicecanciller de la Universidad [Pontificia de Valencia] y Prefecto del seminario, profesor de Teología Dogmática, es el que tenía mayor altura intelectual. Sus explicaciones eran claras, sugerentes, profundas. Abría caminos para nuestro estudio personal y nos facilitaba la bibliografía suficiente para que pudiésemos trabajar por nuestra cuenta”.[15]

     Y más adelante, al referirse al nivel científico del profesorado y de la enseñanza que se impartía en dicha Universidad, añadía:

“Tan sólo dos profesores -don Federico Ferreres Folch y el franciscano padre Orero- daban seriedad a esos actos [ejercicios de licenciatura y doctorado], procurando dar, sobre todo al primer ejercicio, una gran profundidad. Ponían a prueba al candidato proponiéndole las cuestiones más difíciles de las cien tesis que integraban el Programa de Grados”.[16]

     Tras la guerra civil española (1936-1939) y debido a su delicado estado de salud, Federico Ferreres Folch renunció a sus cargos eclesiásticos y se trasladó a vivir a Murcia, junto a su hermano, falleciendo en dicha ciudad, a los 62 años, el 16 de febrero de 1942.[17]

     Según Segarra Roca,[18] el Dr. Ferreres ganó varios premios en certámenes públicos y dejó algunos trabajos inéditos, entre los que destacan uno sobre La gracia y otro sobre Economía. No obstante, la única obra que dio a la imprenta fue la titulada De Re Sacramentaria, editada en Valencia en 1923.[19]

III. La biblioteca.

     No hemos podido obtener datos fidedignos sobre la fecha y circunstancias por las que Federico Ferreres Folch legó a la Parroquia de Xert su biblioteca. Tan sólo sabemos que este fondo bibliográfico perteneció a la misma hasta 1970. De dicho año data un inventario en el cual se especifica que “la Parroquia cede al Ayuntamiento los libros donados por Federico Ferreres, para su custodia y conservación”. Por ello, se trasladaron, junto con su estantería, a la casa número cuatro de la plaça Vella, situándola en la planta baja del edificio, junto a una pared que curiosamente lindaba con la casa donde nació Federico Ferreres Folch.

Descripción.

     La estantería que sirve de soporte al material bibliográfico es de madera oscura. Está compuesta de dos cuerpos independientes: el superior dividido por baldas fijas; el inferior por armarios con puertas. Por la parte posterior carece de chapa de madera protectora, lo que da lugar a la acumulación de polvo y a la acción de los lepismas, que se puede observar en varios ejemplares. Cuando la catalogamos, estaba cubierta por una cortina de tela gruesa y oscura, que la protegía de la luz.[20]

     Junto a los libros localizamos una copia del inventario, ya mencionado, realizado en 1970,[21] que resulta interesante bajo distintos aspectos. Es una relación mecanográfica, que reseña un total de 279 libros y folletos y 10 colecciones de publicaciones periódicas, de los que da una sucinta descripción que comprende los siguientes datos: nombre del autor, resumen del título y ciudad de impresión. Tan sólo en casos aislados nos ofrece el año de edición.

     A ambos lados, en los márgenes, aparecen anotaciones manuscritas, que creemos muy probable que fueran realizadas en el momento de la entrega al Ayuntamiento, por la persona responsable de su custodia, pues corresponden, sin duda, a la comprobación del material inventariado. Se pueden distinguir dos tipos: las localizadas en el margen derecho del folio que especifican el número de volúmenes que componen la obra y si está completa o no y las del margen izquierdo, que se reducen a una simple aspa, que interpretamos como signo afirmativo de la entrega de la obra reseñada. Este signo falta en 84 asientos, correspondientes en su mayor parte a obras de contenido religioso, lo que nos lleva a pensar que pudieron quedar en poder de la Parroquia.

Estudio.

     Dado que el número global de obras que contabilizamos, tras la minuciosa catalogación, es superior al contenido en el inventario realizado en 1970,[22] deducimos que sólo se reseñaron, para su traspaso al Ayuntamiento, las obras cuyo volumen en paginación era considerable o su autor era de cierta relevancia, sin tener en cuenta los pequeños folletos, de escasa paginación, que nosotros sí contabilizamos.

     Nuestro trabajo consistió, en primer lugar, en catalogar la totalidad del legado bibliográfico impreso,[23] según las normas entonces vigentes en las bibliotecas públicas del estado español.[24] El total lo componen 399 libros y folletos[25] y 27 colecciones de revistas.[26]

     Aunque su contenido es principalmente de temática religiosa, existen autores y títulos que, en la actualidad, se han convertido en rarezas bibliográficas por su escasez en el mercado del libro antiguo, o por la relevante personalidad que han alcanzado sus autores con el paso de los años. Entre otras, por su interés para los estudiosos de la historia eclesiástica valenciana destacaríamos: el Compendio de Historia Eclesiástica General, de Sánchis Sivera; el Catálogo descriptivo de los códices de la Catedral de Valencia, de Olmos Canalda y la Historia Eclesiástica de Chert, primera edición, de Segarra Roca.

Federico Ferreres.

     Otra de las facetas que dan interés a esta biblioteca es la excelente colección de cartas pastorales, material que muchas veces se convierte en raro, por ser folletos de escasa tirada y corta paginación y entre cuyos autores destacan los nombres de prestigiosas personalidades de la iglesia española contemporánea como Pla y Deniel, Guisasola Menéndez, Eijo Garay, Reig Casanova y Enrique y Tarancón.

     Asimismo encontramos textos de teólogos y filósofos como Billot, Balmes, Cornaldi, Maffi, etc. y abundantes obras pertenecientes a los albores de la Acción Católica y a los sindicatos obreros de la iglesia, como la encíclica Rerum Novarum, de León XIII, sobre la condición de los obreros; Principios y bases de reorganización de la Acción Católica Española, de Reig Casanova; Para fundar y dirigir los sindicatos Agrícolas, de Correas, etc.

     Tras la catalogación realizamos un estudio estadístico descriptivo que nos dio como resultado un mejor conocimiento de la formación intelectual y profesional de su propietario. De él se deduce lo siguiente.

     En la distribución por siglos de las obras impresas, observamos que las pertenecientes al siglo XX destacan notablemente. Son en total 298 y representan un 74,6% del total. Estas corresponden al período de mayor auge intelectual y profesional del propietario, cuando Federico Ferreres Folch desempeñó cargos en la curia eclesiástica de Cuenca y Valencia y ejerció sus funciones docentes en ambos Seminarios, lo cual se traduce en una constante puesta al día en las materias que enseñaba. En segundo término aparecen las obras impresas en el siglo XIX, 76 en total, las cuales representan un 19%. Corresponden con su etapa de formación y estudio. En cambio las obras impresas en siglos anteriores: 7 del siglo XVIII y una del siglo XVII, tan sólo representan un 1,9 %, quedando, por último, 17 obras en las que no consta el año de edición, aunque por su impresión y características, podríamos datarlas en la primera mitad del siglo XX.

     Por países de impresión, España ocupa el primer lugar con 291 obras (72,9%) hecho lógico, por ser el país de origen del propietario y donde transcurrió la mayor parte de su vida. En segundo plano, a considerable distancia porcentual, aparecen las 86 obras impresas en Italia, las cuales representan el 21,5%. En esta nación realizó sus estudios superiores y se localizan importantes centros impresores de textos religiosos, en especial en la ciudad de Roma. Y ya muy inferiores son los textos franceses y alemanes que encontramos, que en conjunto suponen el 3,7 % del total. Entre las imprentas alemanas destaca la de Freiburg im Breisgau, cuya universidad católica, aún en nuestros días, mantiene un elevado nivel.

     En cuanto a los idiomas, podemos distinguir una clara “radiografía” intelectual y lingüística de Federico Ferreres Folch. Destacan, de forma explícita, los 268 impresos en castellano, que representan un 67,1% seguidos de los 79 latinos (19,7%) y 43 en italiano (10,7%). Estas tres lenguas, que utilizó para sus estudios, su ejercicio profesional y su vida cotidiana, quedan perfectamente resaltadas. En cambio el francés, con 6 ejemplares y el catalán con 3 no representan sino el 2,2% del total.[27]

     Las 175 obras de contenido religioso, como es lógico, representan casi la mitad del total (43,8%), seguidas de las 119 pertenecientes a humanidades (filosofía, historia y filología) que alcanzan el 29,8%. En tercer lugar encontramos las 85 de derecho (21,3%), como corresponde a su doctorado en la rama canónica de dicha materia. En cambio las 9 de contenido científico (2,2%) y las 5 de literatura de creación (1,2%), no tienen relevancia en el conjunto. Esto no indica que Federico Ferreres Folch no leyera, a lo largo de su vida, múltiples libros de contenido literario, sino que, como afirma Maxime Chevalier:

“… un hombre culto, en el siglo XVI lo mismo que en el XX, suele haber leído cantidad de libros que no poseyó nunca o se cuidó de conservar. Una novela se pide prestada, un libro de estudio se compra y se guarda.”[28]

     Para finalizar nuestro trabajo queremos resaltar que, si bien el contenido eminentemente religioso no es el más adecuado para cubrir las necesidades de lectura de una población de las características de Xert, no obstante, dado el interés histórico de muchas de las obras y la personalidad del donante, debería ubicarse en un lugar seguro y adecuado.

     Con ello se conseguiría un doble objetivo: en primer lugar, que pueda ser consultada por las personas interesadas en sus materias, puesto que la misión del libro es la de transmitir ideas y cultura, en ningún caso la de permanecer alejado de quienes sienten deseos de ampliar su formación. En segundo lugar se honraría la memoria de Federico Ferreres Folch, quien supo legar a su pueblo natal el bien más preciado para quienes dedican su vida al estudio: su biblioteca.

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[1] Ibarra Folgado, refiriéndose al Archivo Municipal de Xert, en la visita que hizo al mismo en 1925, nos dice: “Carece de documentación histórica, aunque la moderna está bien ordenada” (Cf.: Ibarra Folgado, J. M. “Los archivos municipales, eclesiásticos y notariales de la provincia de Castellón”. Saitabi, 8 (1950-1951), 135.

[2] Cf.: MICÓ NAVARRO, J.A.; CÁRCEL ORTÍ, Mª M. “Catálogo de la Biblioteca de Federico Ferreres Folch (1879-1942)” Estudis Castellonencs, 3 (1986) 155-214.

[3] Cf.: SEGARRA ROCA, M. Historia Eclesiástica de Chert. Tortosa, Algueró i Bagés, 1949, p. 83.

[4] La calle Sol se rotuló, por acuerdo del pleno municipal presidido por don Miguel Beltrán, el 9 de septiembre de 1928, como “calle Dr. Ferreres”, aunque todos continúan denominándola como “carrer Sol”.

[5] SEGARRA ROCA, M. Op. cit., p. 84.

[6] “El edificio del llamado Seminario Conciliar […] situado en la calle Moncada de Tortosa, era oficialmente el seminario de la diócesis” (Cf.: ENRIQUE Y TARANCÓN, V. Recuerdos de juventud. Barcelona, 1984, p. 34).

[7] SEGARRA ROCA, M. Op. cit. P. 84.

[8] Cf.: Almanaque “Las Provincias”, 63 (1943) 491.

[9] SEGARRA ROCA, M. Op. cit., p. 84.

[10] Cf.: CÁRCEL RAMOS, A. El clero de la Diócesis de Cuenca (1850-1980). Valencia, ejemplar mecanografiado, 1980, vol. I. p. 274.

[11] Idem, p. 289.

[12] Profesor de economía social (1913-1923); teodicea (1917-1918); historia bíblica y apologética científica (1918-1919); teología dogmática (1923-1926); derecho público eclesiástico y derecho concordado (1923-1936) (Cf.: CÁRCEL ORTÍ, V. “Tercera época del Seminario Conciliar de Valencia (1896-1936), Boletín de la Sociedad Castellonense de Cultura, 46 (1970) 391.

[13] Cf.: Almanaque “Las Provincias”, 63 (1943) 491.

[14] Cf.: Archivo de la Catedral de Valencia. Libro en donde consta el día, mes y año en que murieron los Ylmos. Sres. Arzobispos, Dignidades… empieza el año 1720 hasta 1957. Ms., 558: 48, f. 177r.

[15] Cf.: ENRIQUE Y TARANCÓN, V. Op. cit., p 47.

[16] Ibidem, p. 52.

[17] Cf.: Archivo de la Catedral de Valencia, Libro en donde consta…, f. 117r.

[18] Cf.: SEGARRA ROCA, M. Op. cit., p. 86

[19] De re sacramentaria. Fasciculus primus. Quaestiones de sacramentis in genera… Valentiae, Typis Michaelis Gimeno, 1923, 136 p., 7 h.

[20] La biblioteca fue trasladada, a finales de los años ochenta del siglo XX, al nuevo edificio del Ayuntamiento de Xert y colocada en la Sala de plenos, mejorando notablemente sus condiciones de conservación. No obstante, está al alcance de todos sin un control bibliográfico adecuado, que puede hacer perder sus fondos.

[21] Relación nominal de los libros donados por el Excmo. Sr. D. Federico Ferreres a la Parroquia de Chert y que ésta cede al Ayuntamiento para su custodia y conservación. Agosto, 1970.

[22] En el inventario aparecen 279 obras, mientras que en la catalogación que llevamos a cabo encontramos un total de 399, por lo que faltan por reseñar en dicho inventario 120 obras.

[23] Existían también dos carpetas de papeles manuscritos, pertenecientes al Archivo Diocesano de Valencia que, con permiso que solicitamos al alcalde de Xert, reintegramos a su lugar de origen.

[24] ESPAÑA. Dirección General de Archivos y Bibliotecas. Instrucciones para la redacción del Catálogo de Autores y Obras Anónimas en las Bibliotecas Públicas del Estado. Madrid, 1970.

[25] Estas obras comprenden 538 volúmenes.

[26] Muchas de ellas formadas por números sueltos. Tan sólo las revistas Razón y Fe (1914-1921) y Jus Pontificium (1921-1926), merecen ser destacadas, por mantener varios años de continuidad.

[27] Hay que tener en cuenta que en esta época, en especial en los ambientes eclesiásticos, el catalán y demás idiomas peninsulares no castellanos, eran considerados como lenguas de utilización familiar, habiendo incluso una auténtica represión lingüística en los seminarios diocesanos. Únicamente en catalán y en menor medida en gallego, se imprimieron textos literarios y científicos, cuyo ámbito de expansión fue reducido.

[28] Cf.: CHEVALIER, M. Lectura y lectores en la España de los siglos XVI y XVII. Madrid, 1976, p. 43.

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