UN FUTURO MUSEO ETNOLÓGICO PARA XERT
Por Juan Antonio Micó Navarro
Hace ya algunos años que propusimos, a través del Programa de Fiestas, la creación de un Museo Etnológico o, para que lo entendamos mejor, de la vida rural cotidiana, de titularidad municipal, en nuestro pueblo.
Este tipo de colecciones museográficas no son ajenas a nuestro entorno geográfico, pues las encontramos tanto en la capital, Castelló, donde se encuentra ubicado en la ermita de Sant Jaume de Fadrell, como en Sant Mateu, Vila-Real, o Betxí.
Para su construcción basta contar con un edificio adecuado, que no haya sufrido una transformación drástica de la estructura tradicional y con la colaboración desinteresada de los habitantes del pueblo, quienes aportan los elementos esenciales para darle contenido: carros, arados, trillos, medidas de capacidad, utensilios de cocina o ajuar de casa y trajes antiguos. De hecho hay ya algunos materiales recogidos, ubicados de forma provisional en un almacén municipal, y hemos tenido que contar con la paciencia y el afecto de aquellos que los mantienen en sus casas a la espera de que se tenga un local adecuado para su mantenimiento y exposición.
En Xert, en la parte vieja del pueblo, existen ya pocos edificios en la actualidad que reúnan las condiciones adecuadas para llevar a cabo esta idea con acierto y dignidad, pues la creciente demanda y restauración de casas antiguas, ha transformado, afortunadamente, las calles vacías y solitarias del entramado medieval, en un nuevo foco de vida y actividad veraniega. Tanto es así que la calle Fredes se podría rebautizar como “de Europa”, por la cantidad heterogénea de lenguas que pueden oírse a lo largo de su ascensión: alemán, francés, inglés, sueco y rumano, las cuales se entremezclan con nuestras lenguas autóctonas.
De entre las posibles candidatas a sede del museo, existe una que destaca por sus condiciones y que, ya en una ocasión lejana, sirvió como lugar de exposición de una incipiente colección de objetos de la vida rural, tanto del propietario del inmueble como de los vecinos. Nos referimos al edificio de Amador Jovaní Ferreres, situado en el número treinta y tres de la calle Doctor Ferreres, antigua del Sol.
Éste presenta por sí mismo unas características que la hacen merecedora de una protección arquitectónica por su valor histórico. Así, sobre el dintel de la puerta de acceso y, entre las palabras que componen la salutación del Angel a la Virgen: “Ave María”, encontramos el símbolo parlante del primitivo propietario: una herradura, que nos indica que su apellido fue Ferreres. Debió ser una familia importante en la vida xertolina de los siglos XVI a XVIII, pues encontramos este mismo símbolo representado en la fotografía que se conserva del “prigó” que había en la calle Valencia, lo que indica que debieron ser donantes de este elemento ornamental. Amador nos indica que siempre oyó en su familia que había pertenecido a un notario.
En nuestra modesto parecer la casa debió ser residencia de un clérigo, posiblemente un beneficiado de la parroquia de Xert, de los que encontramos varios reflejados en la documentación de aquella época. Así lo confirmarían tanto la inscripción del dintel de la ventana situada sobre la puerta principal, en la que se lee: “Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar”, como en la situada sobre la ventana del segundo piso, que da al callejón lateral, en la que encontramos datada la construcción del edificio: “Jesús, María, Joseph. Año 1611”.
Aunque su estado aconseja una cuidada restauración, conserva elementos de marcado interés para el fin propuesto: el “foc en terra”, las alcobas interiores, una amplia bodega, cuadra, “paller” y “angorfas” que, adecuadamente consolidadas y amuebladas, darían lugar a un excelente resultado. Asimismo, el dar a tres vías de comunicación le proporcionan una luminosidad al interior del edificio del cual carecen otras construcciones similares.
El callejón lateral al cual da la casa, conserva el empedrado original, con escalerillas centrales para facilitar el acceso de los animales de labranza a la cuadra, siendo uno de los dos únicos ejemplos que quedan intactos de este tipo de solados urbanos, el cual quedaría protegido, junto a la casa museo.
Hace años que Amador Jovaní nos propuso la idea de ceder al pueblo de Xert esta casa con el fin de que se ubicara en ella un Museo Etnológico.
Amador nació en Xert en 1920, fruto del matrimonio formado por Tomás Jovaní y Josefa Ferreres. Aquí transcurrió toda su infancia y juventud, que compartió con su hermana Amparo, fallecida de pulmonía a la temprana edad de dieciséis años, por lo que se convirtió prácticamente en hijo único.
En la década de los años sesenta se instaló en la ciudad de Valencia, donde vive actualmente. Allí desempeñó el cargo de celador, primero en la Ciudad Sanitaria La Fe y más adelante en el servicio de cirugía de la Residencia Sanitaria General Sanjurjo, denominada hoy en día Hospital Universitario Doctor Peset Aleixandre. En ambas instituciones ayudó y orientó a cuantos convecinos de Xert tuvieron necesidad de asistencia sanitaria en la capital.
Xertolí de “soca i arrel”, ha pasado cuanto tiempo le ha sido posible en su pueblo natal, donde, como ya hemos dicho, realizó en los años sesenta una exposición pionera de elementos relacionados con la vida rural en la mencionada casa.
En la década de los ochenta, se encargó durante años del montaje del Belén en la nueva iglesia parroquial, pagando él mismo las figuras necesarias y contribuyendo, con su esfuerzo y su ingenio a la creación de un ambiente belenístico, en el cual no faltaban las “sènies” con agua corriente ni el musgo original, que recolectaba en nuestros montes con anterioridad.
Como prueba de su amor a Xert y de su sobradamente probado altruismo, Amador ha realizado las gestiones oportunas, con el actual equipo de gobierno municipal de Xert, para proceder a la cesión al Ayuntamiento del edificio reseñado, con la finalidad de que su viejo sueño, la creación de un Museo Etnológico en su pequeña patria, se convierta en una realidad.
¿Ojalá que el próximo año, para las fiestas patronales de Agosto, podamos acompañarlo en la inauguración del que, no tenemos ningún género de dudas, debe denominarse “Museo Etnológico Amador y Amparo Jovaní Ferreres”, como reconocimiento a su generosidad.
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