LA ERMITA DE SAN VICENTE FERRER DE XERT

UN MONUMENTO HISTÓRICO DESAPARECIDO

Por Juan Antonio Micó Navarro

Introducción.

     En todos los pueblos existen monumentos que han sobrevivido a los acontecimientos históricos que se han ido sucediendo a lo largo de los siglos y otros que han desaparecido, como consecuencia de los enfrentamientos bélicos o el cambio de las costumbres o las modas arquitectónicas. En el caso de Xert, l´Església Vella, el antiguo Ayuntamiento, el palacio de los Condes de Pestagua y la ermita de San Marcos de la Barcella constituyen , junto con el entramado de las calles del que denominamos poble vell, nuestro más rico patrimonio histórico-artístico, afortunadamente bien conservado o en proceso de darle una nueva vida, que contribuya a su utilidad y preservación. Pero existe otro edificio que desgraciadamente desapareció en 1936, dejándonos huérfanos de una construcción tardogótica, que hoy tendría un gran valor patrimonial. Me refiero a la ermita de San Vicente Ferrer.

     Como siempre nos planteamos, antes de empezar un trabajo de investigación o búsqueda, unas preguntas que intentamos resolver, a través de los restos testimoniales y documentales que nos es posible consultar. Así, a partir del conocimiento de la única fotografía que se conserva del edificio de la ermita, se nos plantea: ¿Por qué motivo se dedicó una ermita a San Vicente Ferrer en Xert? ¿pasaría por nuestro pueblo o sus cercanías en sus viajes a Morella? ¿quién y cuándo decidió su construcción? ¿dónde estaba ubicada? ¿queda algún resto material en la actualidad de este edificio histórico?.

     Vamos, pues, a intentar responder a estas preguntas, a partir de los documentos que hemos podido localizar y a una tradición oral que nos ha transmitido recientemente Amador Jovaní Ferreres.

  

San Vicente Ferrer y sus viajes por el Maestrat y els Ports.

     San Vicente Ferrer fue, quizá, el santo más famoso e importante de la cristiandad en la segunda mitad del siglo XIV y primeros años del XV. Nacido en la ciudad de Valencia en 1350, ingresó muy joven en la orden de los dominicos.

     A lo largo de su azarosa vida participó en acontecimientos históricos de gran importancia para su época, tanto en el campo de la política como en el religioso. En el primer caso intervino en la resolución del problema sucesorio en la Corona de Aragón, en el cual su postura fue decisiva en el denominado compromiso de Caspe, celebrado en 1412, donde fue elegido, Fernando de Antequera.

     En el de la religión, intervino en la resolución del cisma de Occidente, en que después de apoyar durante largos años los derechos del Papa Benedicto XIII, conocido por nosotros como el Papa Luna o de Peñíscola, se puso bajo la obediencia del pontífice de Roma, Martín V, pues ante la intransigencia del Papa aragonés a poner fin al conflicto religioso, renunciando a sus hipotéticos derechos al pontificado, San Vicente pensaba que la unidad de la iglesia católica estaba por encima de las consideraciones personales. Su posicionamiento influyó en el rey de Aragón, el único monarca que permanecía fiel al Papa de Peñíscola, consiguiendo que pasara nuestra corona a la obediencia romana.

     San Vicente Ferrer fue también un gran predicador y maestro espiritual que, además de pacificar y solucionar viejas rivalidades entre familias de la nobleza valenciana y pueblos enfrentados por antiguas y complicadas disputas, convirtió, con su palabra, sus milagros y su ejemplo a multitud de judíos y mahometanos e hizo florecer una gran corriente de espiritualidad en todos aquellos lugares de Europa que visitó, fortaleciendo la práctica religiosa entre los viejos cristianos, que la tenían poco presente en sus vidas. Junto a él, un grupo de penitentes le precedía en su entrada a las poblaciones que visitaba, flagelándose y haciendo penitencia, por lo que su presencia era conocida de antemano y el auditorio se preparaba para oír sus palabras.

     Estas comarcas del Maestrat y els Ports gozaron con frecuencia de sus predicaciones y su presencia. Tenemos noticia de tres viajes documentados por estas tierras castellonenses: el primero en 1410, del cual sabemos que fue hasta Morella y de allí pasó por Catí, Sant Mateu, La Jana y Borriol; el segundo, está datado en agosto de 1413, en el cual hay noticias de su estancia en Sant Mateu y Traiguera y el tercero, en 1414, en el cual lo encontramos de nuevo en Morella.

     En estos viajes, realizados entre 1410 y 1414, es muy probable que algunas gentes de Xert sintieran y vivieran un proceso de conmoción espiritual debido a las predicaciones de San Vicente Ferrer, bien por oírlo predicar en poblaciones vecinas como Catí o Sant Mateu, o por haber salido a su paso cuando atravesaba por nuestro término, por el antiguo camino de Vinaròs a Morella. En estas conjeturas nos movemos en el terreno de la hipótesis, pues no tenemos documentos que prueben su presencia en Xert, aunque podemos afirmar que un hecho de las características que conlleva el paso de un hombre santo, de su virtud y su fama, acompañado de un tropel de gente, no podía pasar desapercibido para los xertolins de aquel siglo.

     Cuando estábamos redactando este artículo hemos tenido noticia de una tradición oral que desconocíamos. Nos la ha proporcionado nuestro buen amigo Amador Jovaní Ferreres, que conserva una gran memoria de acontecimientos pasados de nuestro pueblo. Nos ha dicho que, siendo pequeño, al pasar muchas veces junto a la ermita de San Vicente, su abuelo le contaba que era tradición que el santo había pasado por las cercanías del lugar donde se ubicó la ermita y que els Jurats de Xert, seguidos de todo el pueblo, habían salido fuera de las murallas para saludar a San Vicente, el cual descabalgó de su montura para corresponder a las autoridades. En memoria de aquel hecho, según la tradición, se construyó la ermita. Desgraciadamente no hemos podido encontrar documentos que lo confirmen, pero bajo todas las leyendas hay siempre un hecho histórico más o menos transformado.

  

Noticias históricas documentadas.

     Aunque, agradecidos a la información de Amador, que remontaría la construcción del edificio al insigne honor de haber tenido en nuestro pueblo al gran santo medieval, hemos de centrarnos en la documentación que directa o indirectamente nos ha llegado sobre el edificio.

     No encontramos ninguna referencia que pueda remontarse más allá del siglo XVII, o sea, aproximadamente doscientos años después de su posible presencia física en nuestras comarcas. En la visita pastoral realizada a la iglesia parroquial de Xert por el obispo de Tortosa, Luis Tena, el 29 de abril de 1617, podemos leer:

“Visità l´altar de Sant Joan y trobà que no y havia ara y que se la havien portat per a l´altar de la hermita de Sant Vicent, manà sa Senyoria que tornen dita ara en dit altar y per al de Sant Vicent en fassen altra.

“Ytem, concedí sa Senyoria 40 dies de indulgència a tots los que visitaren la hermita de Sant Vicent, resant en ella cinch Pater noster y cinch Ave-Maries per lo estat de la Santa Mare Yglésia, exterpació de les heregies y exaltació de la santa fe cathòlica”.

“Ytem, manà als Jurats y majorals de la hermita de Sant Vicent que fassen inventari de la roba de dita hermita y la entreguen ab inventari al majoral o qui.s dega entregar-la y tornen la ara y tovalles que tenen de l´altar de Sant Joan de la Yglésia de Chert”.

     Todas las noticias que citamos se las debemos a la obra de mosén Miguel Segarra y muy especialmente a los papeles manuscritos de mosén José Arasa, el cual copió muchas visitas pastorales realizadas por los obispos de Tortosa a nuestra parroquia, cuyos originales fueron destruidos en la quema del archivo parroquial del año 1936. Estos papeles de mosén Arasa, citados por mosén Miguel, fueron descubiertos hace algunos años en un convento de la Vila Vella, gracias a mosén Florencio Albero.

     Entre estas notas manuscritas, encontramos una nueva noticia relacionada con la ermita. Así sabemos que el 6 de marzo de 1630, Gerónima Ferreres, consorte de Juan Martí Sanz, encontrándose gravemente enferma en la vecina población de Traiguera, hizo testamento ante el notario de Xert Juan Sanz, en el cual disponía, entre otras cosas, un legado de seis libras para la ermita de San Vicente.

     Cuarenta y cinco años más tarde, el 17 de junio de 1675, constaba, en el libro de difuntos de aquellos años, perteneciente al Archivo Parroquial, que:

“Es donà sepultura a Doña Casilda Sanz, muller de Bernat Calduch, cavaller… està soterrada en lo vas del Santíssim nom de Jesús.

“Ytem, deixà al Santíssim Sacrament, a Nostra Senyora del Roser, al nom de Jesús, a Nostra Senyora del Cap de altar, a les ànimes de Purgaròri, a Sant Vicent, a Sant Pere, a Santa Ana, a Sant Blay, a Santa Llúcia, a Sant Roch i a Sant Antoni de Pàdua, deu reals a quiscú”.

     Esta información, nos permite lanzar una nueva hipótesis respecto a la ermita de San Vicente, que confirmarán otros datos que iremos dando a lo largo del trabajo: que fue, posiblemente, construida bajo el patronazgo y la dotación económica de la familia Calduch, principales contribuyentes de Xert en aquella época y que este patronazgo pasó a las distintas familias que le sucedieron en sus vínculos territoriales: los Feliu y los condes de Pestagua.

     Así, el 24 de enero de 1687 murió el marido de la señora citada anteriormente, el caballero Bernardo Calduch, el cual testó ante el notario de Xert Francisco Celma. Entre sus disposiciones testamentarias mandó, según mosén Arasa:

“… que se funde un aniversario perpetuo, el día primero de cada mes, en sufragio de su alma y de la de los suyos, y así mismo fundó para todos los domingos y fiestas de precepto, misas rezadas en el oratorio particular de su casa o bien en la ermita o capilla de San Vicente.”

     Dos años más tarde murió Catalina Calduch la cual, en su testamento, realizado ante el notario de Castellón Jaime Cases, el 20 de abril de 1689, fundó una causa pía con un capital de 200 libras. Su renta debía servir para socorrer a los pobres de la población de Xert. Designó como administradores de esta obra al rector de la parroquia y a los jurados de Xert, los cuales debían distribuir este dinero en pan, los días de la festividad de Santa Catalina y San Vicente Ferrer, lo que demuestra la devoción de dicha familia por el santo dominicano.

     En la segunda mitad del siglo XVII se derribó la nave central de la iglesia parroquial para construir la actual de estilo renacentista, puesto que la primitiva fábrica gótica resultaba ya insuficiente para acoger a la población de aquella época. Así el obispo de Tortosa, Severo Tomás Auther, en la visita pastoral que realizó el 16 de octubre de 1691, manda que se celebre la misa en la ermita de San Vicente Ferrer y únicamente aquellos días que lo desaconseje el mal tiempo se celebre ésta en la Sala Comuna del pueblo:

“y així mateix atenent dit Ylustríssim Senyor que per estar dita Yglésia derrocada, se celebren los officis en la hermita de Sant Vicent Ferrer, a on per estar fora de la present vila y aurà alguns dies que no s´i podrà anar a hoir missa, per sò havent reconegut la Sala de la dita Vila concedeix llicència per a que los dies que durant la incapacitat de poder-se celebrar en la Yglésia Parroquial, no es podrà anar a celebrar missa a la dita hermita de Sant Vicent, se puga dir missa an la dita Sala per a lo qual se disposarà lo altar y lo demés que sia necessari per a celebrar-se ab tota decència.”

     Así pues, vemos cómo la ermita de San Vicente estaba, en aquel tiempo, fuera del recinto amurallado de la población, que debía llegar hasta el arraval de Santa Lucía o hasta el palacio de los Condes de Pestagua. La ermita ejerció las funciones de templo parroquial y la Sala de plenos del ayuntamiento, que describe la vista del obispo, la identificamos con la que desapareció recientemente al remodelar el edificio del viejo Ayuntamiento, lo que nos permite datar la construcción de éste hacia mediados del siglo XVI y no en el XIX, como afirman algunas publicaciones erróneamente.

     La situación de parroquialidad temporal de la ermita debió finalizar en 1694, con la construcción de la capilla de la comunión de l´Església Vella, como nos dice mosén Miguel Segarra en su Historia Eclesiástica de Chert. Así mismo lo confirma mosén Arasa en sus notas manuscritas, en las cuales dice:

“El clero se reunía y celebraba sus sesiones en la expresada ermita y después en la Sala Consistorial cuando ésta fue deputada para iglesia, según consta en documentos que de aquella época se conservan, hasta que la obra del templo nuevo quedó terminada por todo el año 1694. Entre otros podemos citar uno del día 8 de mayo 1693 donde consta los siguiente: “Tots unànimes y concordes ajuntats en la Sala Comuna de dita Vila ab so de campana, a hon al present se solen juntar per a semejants coses, per causa que dita Sala Comuna està deputada per Yglésia de la present vila…”

     En la visita pastoral realizada el 1 de junio de 1701, por el vicario capitular de Tortosa, Manuel Sentjust, hace referencia a la fundación hecha por Bernardo Calduch en 1687, ya citada con anterioridad. Se habla nuevamente de la ermita:

“Ytem, trobà que y a fundades per D. Bernat Calduch en dita Yglésia 86 misses resades a favor y caritat de 4 sous cascuna, en los diumenges y festes colents, celebradores en lo oratori de la casa que fonch de dit Sr. en la mateixa vila o en la ermita de Sant Vicent Ferrer, construïda en lo terme de dita vila”.

     También encontramos una referencia muy corta de la ermita en las visitas pastorales del 24 de octubre de 1704 y el 17 de abril de 1714, donde nos dice que el obispo visitó las ermitas de San Pedro de la Barcella y San Vicente y “halló estar bien”.

     ¿Cómo se mantenía la ermita? ¿qué rentas tenía para su conservación? La respuesta la encontramos en dos documentos, el primero de finales del siglo XVIII y el segundo de comienzos del XIX.

     El 27 de junio de 1784, el obispo Pedro Cortés visitó la parroquia de Xert. Mosén José Arasa copia, entre otras cosas, lo siguiente:

“Mayoralías: Tomó igualmente razón a las mayoralías de San Antonio Abad; de San Roque; de San Blas y Santa Lucía; de San Vicente Ferrer; de Santa Bárbara; de San Abdón y Senén, para las cuales se nombra Clavario y dos mayorales. No tienen renta ninguna y sólo las limosnas que contribuyen los fieles, las que se invierten en las fiestas.”

     En la visita del obispo Manuel Ros de Medrano, realizada el 25 de agosto de 1817, observamos pequeñas diferencias respecto a la noticia anterior. Así, mientras a finales del siglo XVIII nos decía que la ermita tenía un clavario y dos mayorales, a comienzos del XIX encontramos tan solo un mayoral:

“Enterado así bien su Señoría Ylustrísima por el párroco, de que la hermita de San Vicente Ferrer, de este término, está decente, no tiene renta ni ornamentos y que se mantiene de las limosnas que recoje el mayoral que nombra anualmente el ayuntamiento y da cuentas al cura párroco, permite que se prosiga celebrando en ella el Santo Sacrificio, bajo las prevenciones de la anterior hermita [San Pedro y San Marcos de la Barcella] y manda que se formalizen las cuentas de los muchos años que faltan y no se omitan en lo sucesivo.”

     Tanto en la Historia Eclesiástica de Chert de mosén Miguel Segarra, como en las notas manuscritas de mosén José Arasa, encontramos referencias al gran incendio que sufrió l´Església Vella en la madrugada del 7 de enero de 1856. Comenzó en el altar mayor y saltó hasta el órgano barroco, situado en el centro de la nave, afectando a los tejados y a la estructura interna del presbiterio y sacristías laterales, cuyas consecuencias se pueden observar aún en las nervaduras del presbiterio, así como en el interior de la sacristía de la parte derecha, en un armario que hay empotrado en la pared, donde la piedra conserva las tonalidades rojizas y negras producidas por el fuego. En estas circunstancias, el vicario capitular de Tortosa, informado del suceso, dispuso, el 22 de este mismo mes y año, el traslado del Santísimo Sacramento a la ermita de San Vicente y que ésta sirviera, nuevamente, como iglesia parroquial hasta la restauración de los desperfectos causados por el incendio. Esta situación se prolongó hasta finales de marzo, en que se pudo restablecer el culto en el templo principal.

     No sabemos cómo era el interior de la ermita. Una de las pocas noticias que hemos encontrado corresponde a Bernanrdo Mundina Milallave quien, en su Historia, geografía y estadística de la provincia de Castellón, publicada en 1873, nos dice que Xert: “tiene una ermita dedicada a San Vicente Ferrer, situada a la salida del pueblo, es de pequeñas dimensiones y pobres adornos.”

     Mosén Miguel Segarra, que la conoció bien, la define así:

“… era de últimos del siglo XV o principios del siglo XVI. La iglesia de estilo sencillo, constaba de una sola nave, con el altar donde se veneraba la imagen del Santo. No se sabe tampoco, así como de la Capilla, la fecha en que fue tallado, si bien por su aspecto denotaba ser más moderno que lo restante del templo, teniendo esculpidas las armas señoriales de la casa Feliu. Este detalle nos induce a suponer que éste sería tallado a expensas de Feliu, ricos y nobles hacendados de la parroquia.”

     Como sabemos, los Feliu llegaron a Xert a finales del siglo XVII, procedentes de la ciudad de Castellón, siendo su primer representante xertolí Francisco Feliu y Berga, el cual casó con Eugenia Calduch, rica heredera de esta familia asentada en nuestro pueblo, según mosén José Arasa, desde la conquista cristiana en 1233.

     En los papeles manuscritos de mosén Arasa encontramos unas notas, datadas hacia el año 1904, que nos describen la fiesta de San Vicente Ferrer, tal como se celebraba en aquella época. Para nosotros tienen un gran valor testimonial, porque no conocemos ninguna otra noticia escrita, de los documentos que hemos podido consultar hasta ahora, que nos hable de cómo se celebraba antiguamente esta festividad, ni tan siquiera en la obra de mosén Miguel Segarra, lo cual nos hace pensar que, quizá, en la primera época en que mosén Miguel fue párroco de Xert (1926-1933), ya se había perdido esta costumbre de la fiesta religiosa. Dice mosén Arasa:

“La víspera o última hora de la tarde iba el clero a la capilla a cantar Completas y después se rezaba el Santo Rosario con los gozos del Santo, práctica que todavía se conserva, dándole con ello el sello respetable que tienen las antiguas tradiciones.”

     El día de la fiesta llegaba la procesión hasta la ermita cantándose allí los gozos ante la imagen de San Vicente que es llevada en andas desde la parroquia. La actual imagen es de tamaño regular y de buena escultura, fue regalada por los Señores Condes de Pestagua hace algunos años.”

     Esta afirmación parece contradecir a mosén Miguel Segarra respecto a las armas del escudo que figuraba en la imagen del santo, pero hay que recordar que la Condesa de Pestagua era María de la Concepción Miquel y Feliu y por tanto parte de su escudo coincidía con la antigua rama de los Feliu castellonenses, con lo que se complementan las afirmaciones de los dos historiadores.

  

Destrucción y dispersión de la ermita.

     Con el paso de los años la ermita de San Vicente, que estaba en pleno campo, a las afueras del pueblo, quedó rodeada de nuevas construcciones, en el centro de la actual Avenida de la Independencia, lo que dificultaba el tránsito de los carros por sus alrededores. Esto coincidió con la época republicana.

     En su Historia Eclesiástica de Chert, publicada en 1949, mosén Miguel Segarra nos dice:

“Esta Capilla de San Vicente Ferrer ha desaparecido hoy, siendo completamente arrasada hasta sus cimientos, esparcidos sus venerados escombros y convertido su sagrado solar en vía pública.”

     En efecto, la ermita, que estaba situada en medio de la Avenida de la Independencia, como ya hemos dicho, dificultaba el tránsito de esta calle, importante ensanche de la población. Esto, unido al hecho de no celebrarse actos religiosos desde hacía veinte años, y su estado ruinoso, fue lo que se esgrimió para su destrucción. Así, en el Archivo Municipal de Xert, en el Libro de Actas (1936-1938), encontramos un documento en el que el alcalde y los concejales acuerdan, por unanimidad, pedir permiso para su demolición. Por su interés, lo transcribimos a continuación:

“En la villa de Chert a doce de Abril de mil novecientos treinta y seis y hora de las once, se reunieron en la Sala capitular los señores del Ayuntamiento que al margen constan, bajo la Presidencia del Sr. Alcalde […], en sesión extraordinaria convocada al efecto y abierto por la Presidencia se hizo saber a los señores concurrentes que esta reunión tenía por objeto, como se decía en las papeletas de convocatoria, el de solicitar de los Poderes Públicos la cesión a este Municipio del edificio ermita denominado de San Vicente, enclavado en la calle de la Independencia de esta población, con el fin de proceder a su derribo ya que dicho edificio se encuentra situado en estado inminente de ruina y hace más de veinte años que no se destina al culto, por cuyo motivo se encuentra en completo abandono y sería muy conveniente su derribo, además de por las causas expuestas, por el motivo de que dicha calle podría ser muy bien lo que se llama una Avenida en una población, pues resulta que dicha calle mide veinte metros de ancha pero por la capilla mide nueve y se encuentra enclavada en medio de la calle, no queda para el tránsito más que siete metros aproximadamente por cada lado, quedando éste completamente dificultado.”

     Todos los señores concejales, oídas las observaciones hechas por el señor Alcalde, hacen constar su asentimiento a las mismas y hacen constar además que hace doscientos años todo ello estaría muy bien, pero que hoy que Chert siente deseos de ensanchamiento y urbanización, no pueden consentir que una de las calles que más se presta a ello, lo dificulte un edificio que por su estado ruinoso y abandono en que se tiene, han de ser las Autoridades las que más interés han de tener en su demolición y en consecuencia se acuerda por unanimidad.

     Solicitan a los Poderes Públicos la entrega a este Municipio del edificio de referencia, para proceder a su derribo y realizar cuantas gestiones sean precisas hasta conseguir el fin que se persigue, ya que con ello no hacemos otra cosa que velar por los intereses que nos tienen encomendados y laborar por el engrandecimiento de Chert.

     Y se levantó la sesión de la que se extendió la presente acta a las once y veinticinco y la firman los señores de que yo, el Secretario, certifico.

     No hemos encontrado en el Archivo Municipal de Xert la documentación correspondiente al permiso gubernativo que se solicita en el acta para el derribo de la ermita, que debe encontrarse en el Archivo de la Diputación de Castellón, pero lo cierto es que fue derribada para ensanchar la avenida.

Desaparecida Ermita de Sant Vicent a Chert.

     Para finalizar, deberíamos hacernos una pregunta: ¿queda algún resto documental y material de la ermita de San Vicente Ferrer de Xert que podamos localizar para hacernos una idea aproximada del edificio y proceder a su estudio e incluso algún día a su reconstrucción?.

     En primer lugar se conserva una fotografía de la ermita antes de su destrucción, propiedad de Julián Segarra, quien la cedió para que fuera publicada en el programa de fiestas de Xert de 1989. En este documento gráfico podemos comprobar cómo su ubicación, efectivamente, dificultaba el tránsito y el posible ensanche de la avenida. Su factura sencilla permite a los arquitectos e historiadores del arte compararla con otra similares que se conservan en distintos pueblos del Maestrat.

     En cuanto a sus restos materiales, a sus venerables piedras, como las denomina mosén Miguel Segarra, no han desaparecido. Está íntegra en el Cami Nou y la bajada de Les Clotes, en cuya parte izquierda pueden observarse perfectamente las piedras de sillería, perfectamente labradas de la ermita. Un estudio detenido de éstas, por parte de historiadores del arte, podrían quizá darnos pistas sobre sus constructores, a partir de las señales o marcas de cantería. Por ello pedimos al Ayuntamiento que proteja y preserve este legado histórico que quizá, en un futuro aún muy lejano, permita reconstruir el edificio, patrimonio importante de nuestra historia local.

© Copyright J.A.M.N. - 2004

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