La Gripe o Fiebre Española

por Julián Segarra Esbrí

    Al visitar el cementerio del pueblo y fijarse en las lápidas de las tumbas funerarias se observa que en el año 1918 y 1919 hubieron muchas defunciones, la mayor parte de ellas eran de jóvenes fallecidos a consecuencia de una desconocida enfermedad respiratoria muy contagiosa aparecida en la primavera de 1918 y que se extendió rápidamente con devastadores efectos en la población causando la muerte de muchas personas que al parecer, se contagiaban por un virus ARN de la familia Orthomyxoviridae culpable de la infección de una especie de gripe que provocaba una enfermedad mortal para la vida del paciente y aunque generalmente la gripe es solo una epidemia periódica que se manifiesta generalmente con síntomas como fiebre, mialgias, mal estar general, cefalea, somnolencia, astenia, tos seca, ronquera, dolor de garganta y en algunas contadas ocasiones, con signos de trastornos gastrointestinales, como dolor abdominal, náuseas, vómitos, diarreas pudiendo alcanzar complicaciones más severas como la neumonía, en este caso, la enfermedad infecciosa viral mató en dos años a más de 40 millones de personas en todo el mundo, siendo la pandemia más letal en la historia de la humanidad, con una mortalidad mayor que la Peste Negra durante un siglo e incluso el Sida.

    Es imposible saber el origen de esta pandemia, pero según algunos informes, la enfermedad debió empezar en el Tíbet durante el año 1917 propagándose por las movilizaciones militares de la I Guerra Mundial, aunque, es cierto que no faltan hipótesis que trasladan su inicio en Kansas, Estados Unidos, durante la primavera de 1918 entre soldados del ejército norteamericano que estando reclutados, esperaban acuartelados su traslado al frente en la guerra Europea, siendo uno de los primeros casos conocidos el ocurrido el 11 de marzo de 1918 en la base militar Fort Riley de Kansas. Nunca se supo a ciencia cierta el origen pero en pocas semanas más de un millón de soldados desembarcaron en Francia, por lo que el virus gripal entró inmediatamente en los puertos franceses.

    La falta de higiene junto a las condiciones de hacinamiento de los soldados, debieron crear un caldo de cultivo fértil para el virus hasta el punto de que en una semana habían ingresado al hospital de campaña más de 500 soldados aquejados de la misma sintomatología y aunque el ejército americano informó de otros brotes similares en distintos estados como Alabama, Carolina del Sur, Florida, Georgia, California, Virginia e incluso en algunos buques de la Marina Estadounidense anclados en los puertos de la costa este, la gripe parecía atacar solo a los militares y no a los civiles, por ello, la enfermedad quedó desplazada por otros hechos de mayor actualidad como la Ley Seca y las sangrientas batallas en Europa.

    Aunque en mayo de 1918 la gripe empezó a ceder en Estados Unidos, los soldados de Fort Riley listos para la batalla debieron incubar el virus durante su largo viaje hasta Francia que, al pisar sus playas, el virus atacó con igual fuerza a las tropas Aliadas como a las del Comando Central. Los estadounidenses caían enfermos con fiebre de tres días llamada "la muerte púrpura", los franceses contraían la "bronquitis purulenta", los alemanes eran víctimas del Blitzkatarrh o "fiebre de Flandes" y los italianos llenaban sus hospitales de la "fiebre de las moscas de arena", no importaba el nombre que se le daba, el virus contagiaba a todos por igual y en las autopsias practicadas se comprobaban los pulmones rojos, endurecidos y llenos de líquido.

    Al observar al microscopio el tejido de un pulmón enfermo, revelaba que los alvéolos o células de los pulmones que siempre están llenas de aire, en este caso se hallaban llenas de líquido, haciendo que los enfermos muriesen ahogados con una lenta asfixia, comenzando cuando los pacientes presentaban una sintomatología muy característica con manchas de color caoba en los pómulos. Al cabo de unas horas, evolucionaba a un color negro azulado, indicativo de cianosis o falta de oxígeno. Durante el triage de los pacientes, las enfermeras solían mirarles directamente a los pies y si los presentaban negros, se consideraban incurables y eran apartados para dejarlos morir tranquilamente.

    Tras registrarse los primeros casos en Francia, la enfermedad pasó a España que era un país neutral en la guerra, por lo que no censuró la publicación de los informes y sus consecuencias, siendo nuestro país muy afectado con cerca de 8 millones de personas infectadas durante la primavera de 1918, estimándose unas 3 millones de muertes generalmente de personas jóvenes y fuertes entre 20 y 40 años de edad, pero el país más castigado del mundo fue la India con más de 15 millones de fallecimientos que en algunas zonas representaban la cuarta parte de la población. En tan solo cuatro meses el microscópico asesino dio la vuelta al mundo.

    El Dr. D. Angel Sánchez Gozalbo en su tesis doctoral, nos regala una evaluación de la situación en la Comunidad Valenciana. La provincia de Castellón fue, de las tres provincias, donde adquirió más intensidad y extensión, principalmente en el período agosto-septiembre-octubre-noviembre, de la que con una densidad de población de 322.513 habitantes, hubo unas 89.500 invasiones, casi la cuarta parte de la población desde los meses de mayo a noviembre según estadística del Dr. D. José Clará Piñol, Inspector Provincial de Sanidad. Con una densidad de población de 479.616 habitantes que tenía la provincia de Alicante, en el mismo período de mayo a noviembre nos da la cifra de 79.700 atacados y en la provincia de Valencia, en los meses de septiembre y noviembre, tuvo 120.090 invasiones con una población de 883.139 habitantes. Paradógicamente, ningún trabajador de la fábrica de alcohol de Francisco Ortí Jovaní de Chert, pilló el contagio.

    A la virulencia de la epidemia de 1918 se aunaron varios factores desencadenantes de la gran cantidad de víctimas. En primer lugar estaba la específica mutación del virus gripal de ese año. Existe la teoría de que fue el resultado de una recombinación genética entre un virus animal, concretamente la gripe porcina y otro humano, ante la cual no existía memoria inmunológica en las víctimas. En segundo lugar su rápida expansión por el traslado de la tropa desde América a Europa.

    Los especialistas del siglo XXI temen que una adaptación de uno de los virus H5N1 de la gripe aviaria, que se propagan entre las aves, desencadene la primera pandemia gripal de este nuevo siglo que acabamos de estrenar.

    El Dr. Terrence M. Tumpey desde el Centro Estadounidense de Control de Enfermedades de Atlanta en Georgia, nos explica la recreación de este virus y al realizar estas experiencias se han podido comprender las propiedades biológicas que hicieron que el virus de 1918 fuese tan excepcionalmente mortal.

    Con ayuda de una técnica llamada de genética inversa, los científicos recrearon el virus y al disponer de la casi integridad de su genoma, el virus ha vuelto a la vida en un laboratorio de alta seguridad del Centro de Control de Enfermedades Estadounidense fabricando diversas versiones con genes de otros virus gripales para efectuar comparaciones y descubrir los elementos que lo hacían tan mortífero, consiguiendo estudiar sus efectos en ratones, embriones de pollo y células pulmonares humanas.

    Después de publicar la segunda secuencia de cinco de los ocho genes del virus, el equipo del Dr. Jeffery Taubenberger, del Instituto de Patología de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, describe las de los tres genes restantes fundamentales para su multiplicación, identificando pequeños cambios en estos genes de polimerasas, encimas de ADN usados para alargar el tercer terminal de un cebador sospechosos de ser determinante en el proceso de adaptación del virus al hombre. Téngase en cuenta que la velocidad de alargamiento está entorno a los 50 nucleótidos por segundo mientras que en bacterias es 10 veces superior.

    La Dra. Nadia Naffakh del Instituto Pasteur en París indica que el virus de 1918 es muy diferente de los virus de 1957 y 1968 responsables de las otras dos grandes pandemias del siglo XX muchísimo menos mortíferas. Los virus humanos se habrían apropiado de dos o tres genes aviarios transformándose a virus mixtos o mutantes, por lo que el Jefe de Patología Celular y Genética Jeffrey Taubenberger piensa que el virus de 1918 fue probablemente un virus de origen aviario adaptado al ser humano.

    Los científicos actuales querían reanimar el virus, para lo cual viajaron a la alejada aldea Brevig de Seward en Alaska, donde exhumaron a una mujer enterrada en la tierra congelada en 1918 y con tejidos pulmonares conservados en formol de otras víctimas de la gripe española, contribuyeron a reconstituir el código genético del virus.

    El 6 de febrero de 2004 en Science que es la revista y órgano de expresión de la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia conocida como American Association for the Advancement of Science, fundada por Thomas Alva Edison en 1880, se publicó un artículo realizado por dos equipos de investigadores, uno dirigido por el profesor Sir John Skehel, director del Instituto Nacional de Investigación Médica en National Institute for Medical Research de Londres y otro por el profesor Ian Wilson del Scripps Research Institute de San Diego que hablaba de la obtención de la síntesis de la proteína hemaglutinina responsable de la epidemia de 1918 de Gripe Española juntando ADN procedente del pulmón de una mujer joven Inuit.

    Se debe decir Inuit, en el idioma inuktitut al referirnos a los esquimales que viven en las regiones árticas de Siberia y Groenlandia y les llamaré así porque supongo que ellos prefieren que se les denomine inuit y no por la voz esquimal que aprendimos de pequeños en la escuela, una palabrota de origen algonquino o indio de norte América que significa “devoradores de carne cruda”, inventada por algún desafortunado patatófago “devorador de patata hervida”.

    Este pueblo tiene sus orígenes en el noreste de Asia y hace varios miles de años cruzaron el estrecho de Bering para asentarse también en el norte de América, viviendo en las tundras de Groenlandia, Alaska y norte de Canadá en donde se calcula una población superior a las 100 millares de almas. Debido a la gélida climatología no desarrollan actividades agrícolas y su vida es nómada, siguiendo las migraciones de los animales que cazan, entre los cuales voy a citar ballenas, focas, caribúes o reno de los bosques y osos, aprovechando todas las partes posibles para alimentarse, abrigarse y construir sus viviendas y herramientas para cazar.

    Con el avance de la civilización, se está produciendo un cambio en sus formas de vida originarias pero permanecen organizados en grupos familiares y cada miembro tiene asignada una tarea específica, pero como decía, en la helada tundra de la península de Seward en Alaska también estuvieron soldados americanos de la I Guerra Mundial y se intentaron buscar muestras del virus preservadas por el hielo.

    En la revista del 5 de octubre de 2005 de Science, se publica la secuencia genética de la cepa del virus de 1918 y según los estudios realizados usando muestras históricas de tejidos pulmonares encontrados y con la ayuda de técnicas de genética inversa, su análisis sugiere que era del tipo H1N1, logrando recrear este diminuto demoncete para devolverlo a la vida en un laboratorio de bioseguridad de nivel 3, del U.S. Centers for Disease Control and Prevention en Atlanta que lo tienen bien controlado y guardado a buen recaudo. De esta forma se han podido estudiar sus efectos en ratones, embriones de pollo y células pulmonares humanas, empleando diversas versiones fabricadas con genes de otros virus gripales y efectuando comparaciones, se está intentando descubrir los elementos que lo hicieron tan mortífero.

    El virus responsable de la pandemia de gripe española es una variante del H1N1 de la gripe del genero A, cuando infecta una célula humana se reproduce con tanta rapidez que en menos de 10 horas salen a través de su membrana celular entre 100 mil y 1 millón de copias, algunas no exactas y es cuando se producen las mutaciones, cambiando lo imprescindible para que el sistema inmunológico no las detecte. Son como los de la gripe aviar o el de la gripe porcina, pero aparte de las complicaciones pulmonares conocidas, esta gripe afectaba especialmente al sistema neurológico, provocando la llamada encefalitis letárgica descrita por el neurólogo austriaco Constantin Von Economo que le dio nombre.

    Por otro lado el Dr. Yoshihiro Kawaoka de Universidad de Wisconsin-Madison en EE.UU. y director del proyecto de investigación nos explica que "añadir un solo gen, es más que suficiente para conseguir que un virus se vuelva mucho más patógeno", por lo que tras inyectar el nuevo virus sintético en ratones, los expertos en virología han descubierto qué gen del HA o hemaglutinina, de los ocho que tiene el virus de la gripe de 1918, es el responsable de su virulencia letal.

    El gen en cuestión proporciona al casi inofensivo virus original la capacidad de desbarajustar el sistema inmunológico del paciente infectado, produciéndole hemorragias y graves inflamaciones que conducirán a su muerte.

    El crear artificialmente un virus tan mortífero sirve para comprender como actúa y poder controlarlo por si alguna vez se produjese otra pandemia como la de 1918 que, según reconocidos expertos en virología como el profesor Dr. Albert Osterhaus de la Universidad Erasmus en Rotterdam, no es una idea descabellada el que a lo largo de este siglo se pueda producir otra pandemia de gripe.

    El gen HA guarda la información necesaria para la síntesis de la proteína HA, que es ampliamente conocida por los virólogos ya que cada año muta y se presenta de forma renovada y diferente, por lo que, nuestro sistema inmunológico no es capaz de reconocerla y las vacunas contra la gripe no sirven de un año para otro.

    Hasta ahora, los científicos sabían que esta proteína se encarga de atacar la membrana externa de la célula para abrir un camino a través del cual los virus pueden acceder al interior de la misma, pero la novedad del Dr. Yoshihiro Kawaoka y su equipo radica en descubrir que el gen HA de la gripe española produce un efecto devastador en el sistema inmunológico provocando la liberación incontrolada de citoquinas, que son moléculas que dan la alerta al sistema inmunológico con la finalidad de prepararse para un ataque masivo de agentes infecciosos. El descontrol hace que las defensas del organismo ataquen y destruyan al paciente con intención de salvarlo y termine matándolo por un exceso de citoquinas causantes de la inflamación y daño pulmonar.

    La gripe española cambió todos los patrones de la época porque era desconcertante el comprobar que este virus atacaba principalmente a los adultos más fuertes y más sanos.

    Se sabía que los afectados iban a morir cuando sus pies azuleaban, los pulmones encharcados eran ya incapaces de absorber oxígeno suficiente del aire y a la víctima le quedaban pocas horas de vida. La enfermedad pasaba entre las persona con la facilidad con la que se contagian todas las gripes, por un simple estornudo o tocando un pomo de puerta, pero para encontrar muestras del virus original y obtener la secuencia de su ADN hubo que excavar en las congeladas tumbas de sus víctimas y aunque en algunos casos los virus estaban degradados, se ha conseguido obtener los datos y analizar los genes que convirtieron a esta variante en letal, a diferencia de las que cada año aparecen en todo el mundo. Una vez conocida la secuencia del nuevo el virus de entonces, se ha visto con sorpresa que no se trata de un virus humano contaminado por su paso por aves, sino de un virus de los que afecta a las aves que mutándose, consiguió saltar a los humanos.

    La amenaza de una nueva epidemia como la de 1918-1919 está un poco más lejos y ahora la mayoría de la población estamos inmunizados aunque pocos seres humanos esquivaron entonces por completo el contacto con más víctimas que en la Primera, la Segunda Guerras Mundiales, la guerra de Corea y la guerra de Vietnam juntas.

    Debido a la censura de guerra, la gripe española también se la llamó la "dama española", recibiendo este nombre indebidamente. Tanto las fuerzas Aliadas como las del Comando Central sufrían grandes pérdidas por causa de la enfermedad de sus tropas pero los partes en guerra restringían la información para que no llegara al enemigo, ya que podría utilizarla provechosamente, en cambio, los periódicos españoles no estaban censurados y hablaban abiertamente de los millones de españoles que habían muerto llegando la información al resto de los rotativos del mundo y con el nombre erróneo, perduró hasta nuestros días.

    Desde los campos de batalla de Europa, la epidemia evolucionó rápidamente hasta convertirse en pandemia propagándose por el norte hasta Noruega, por el este hacia China, por el sudeste hasta la India y por el sur hasta Nueva Zelanda. Ni siquiera los habitantes de las islas permanecían inmunes. Como un polizón en los buques y en navíos de la marina mercante, en portaaviones de la Marina y en trenes, el virus viajó hasta los rincones más alejados e insospechados pero, curiosamente, apenas tocó la zona del Canal de Panamá llegando a culpar al vapor "Harold Walker" de haber llevado la gripe a Tampico en México.

    La segunda y la tercera olas de la gripe española arremetieron contra Estados Unidos en los meses de invierno de 1918. En esta ocasión, los civiles no permanecieron a salvo y en los pueblos indígenas del país, especialmente las tribus de Alaska, la gripe acabó con todos los habitantes de algunos de sus pueblos, mientras que otros perdieron la mayor parte de su población adulta. Los habitantes de las grandes ciudades también la sufrieron. La ciudad de Nueva York enterró a 33.000 personas y Filadelfia perdió casi 13.000 personas en cuestión de semanas, la esperanza de vida se acortó en más de 10 años. En Samoa fallecieron la quinta parte de su población.

    En otras muchas ciudades, abrumadas por el número de cadáveres, se agotaron los ataúdes y tuvieron que convertir los tranvías en coches fúnebres para satisfacer la demanda. El libro America's Forgotten Pandemic. The Influenza of 1918 de Alfred W. Crosby publicado por primera vez en 1990, nos describe hasta qué punto estaban sobrecargadas de trabajo las empresas funerarias que en ocasiones los muertos permanecían en su casa durante varios días. Las funerarias privadas también estaban abrumadas y algunas aprovecharon de la situación subiendo los precios hasta un 600%. Se presentaron quejas porque los empleados de los cementerios cobraban 15 dólares por los entierros y los familiares debieron cavar las tumbas para sus muertos. Muchas familias en los barrios pobres, no tenían ningún adulto lo suficientemente sano como para preparar las comidas e incluso no tenían comida porque el que mantenía la casa, estaba enfermo o había muerto. En su escalofriante historia de la epidemia de gripe más mortífera del mundo, presenta muchos detalles del alcance internacional de la epidemia de forma ilustradora y alarmante, describiendo los horrores con que se tropezaban las enfermeras especialmente las recién salidas de la escuela con poca experiencia práctica. Las enfermeras a domicilio también se encontraban con escenas dantescas parecidas a las de los años de la peste del siglo XIV. Hubo fabricantes de féretros que de haber tenido 5000 ataúdes los hubiera vendido todos en 2 horas.

    La vida quedó en suspenso, el gobierno cerró las escuelas públicas, los bares y los espacios públicos como cines e iglesias, a los policías de Chicago se les dio la orden de detener a todo aquél que estornudara o tosiera en público y en San Francisco se ordenó llevar mascarilla bajo multa e incluso encarcelamiento, se pusieron en cuarentena los puertos, pero nada funcionaba, las precauciones adoptadas no servían.

    En The Great Influenza. The Epic Story of the Deadliest Plague In History de John M. Barri se cita de un informe que en Río de Janeiro el estudiante de medicina Ciro Viera Da Cunha mientras esperaba el tranvía, un hombre le preguntó con voz normal y acto seguido cayó al suelo muerto. En la Ciudad del Cabo, Charles Lewis cuando estaba subiendo a un tranvía para regresar a su casa, el cobrador se desplomó muerto y durante el trayecto no superior a 5 Km. fallecieron 6 personas, incluido el conductor.

    El Dr. Jeffrey Taubenberger, Jefe de Patología Celular y Genética en el Instituto de Patología de las Fuerzas Armadas Estadounidenses, reconocido mundialmente como líder en la investigación sobre la gripe española, calcula que aproximadamente una tercera parte de la población de Estados Unidos se infectó con el virus. “Había una escasez enorme de atención médica de todo tipo y los servicios médicos de muchas ciudades ya estaban sobrecargados por la guerra”. Por ejemplo, una tercera parte de los médicos de Nashville, Tennessee, estaban fuera del país atendiendo a militares cuando llegó la gripe española y las enfermeras se convirtieron en un recurso invalorable, ya que los médicos que quedaban estaban abrumados y en muchos casos también caían enfermos.

    En 1918 los investigadores médicos carecían de recursos para identificar el origen de la gripe, se desconocía la causa de la enfermedad con lo cual era imposible el hallazgo de vacunas y debido a que la penicilina no se descubrió hasta 1928, los pacientes que superaban la gripe perecían posteriormente debido a las infecciones secundarias con neumonía bacteriana.

    Año tras año el mundo se enferma con un nuevo virus de la gripe cambiante constantemente y aunque muchas personas se infectan y otras tantas mueren, la epidemia pasa, pero en 1918 la pandemia fue tan extremadamente mortal debido a una mutación o variación antigénica que ocasionó cambios mayores y como generalmente estos cambios son menores, las compañías farmacéuticas logran contrarrestar la cepa de cada año con la vacuna adecuada. Según indican los registros históricos, entre 10 a 40 años el mundo sufre una pandemia de gripe que resulta de una variación antigénica mayor. El virus atraviesa una mutación tan drástica que el cuerpo humano ya no lo reconoce y se torna indefenso, en este caso la epidemia resultante se propaga antes de que los científicos puedan aislar el virus para luego producir y distribuir una vacuna.

    Kirsty E. Duncan, escritora investigadora especializada en la gripe española y autora de Hunting the 1918 Flu. One Scientist's Search for a Killer Virus nos recuerda. "En muchos sentidos ahora somos incluso más vulnerables que en 1918 porque viajamos y recorremos el mundo continuamente y podemos ir de un continente a otro en cuestión de horas, alguien que no sepa que tenga la enfermedad puede llevarla de un país a otro y transmitirla inconscientemente a otros viajeros aún antes de tener signos de ella".

    El Dr. Robert G. Webster, profesor adjunto en el St. Jude Children’s Research Hospital y experto en gripe nos tranquiliza porque el mundo hoy puede hacer frente a otra pandemia de gripe. Cita los trabajos pioneros del Dr. Taubenberger para la creación de nuevas técnicas destinadas a analizar los cambios genéticos en los virus de la gripe. Los resultados de las investigaciones del Dr. Jeffrey Taubenberger sugieren que si un virus similar a la gripe española apareciese hoy, los medicamentos actuales como el Tamiflu, Flumadine, Symmetrel y Relenza, serían todos eficaces y con la tecnología actual sumada a los resultados de sus estudios, las empresas farmacéuticas podrían tener lista una vacuna con mucha rapidez.

    Este artículo es una aclaración de la enfermedad llamada "la cucaracha" citada en http://www.granmaestre.com.

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