Teoría evolutiva sobre la Cruz de Malta

en recuerdo al Sr. D. Joaquín Navarro Marzá de Benicarló.


    Finalizado mi Servicio Militar Obligatorio, me incorporé a las tareas familiares y pasando una vecina por la acera un día de verano, se detuvo para saludar y entramos en conversación que derivó hacia el dibujo. Tal vez porque su hijo no obtenía muy buenas calificaciones en esta asignatura, en un momento dado comentó: "El dibujo no sirve para nada". Aún no había pasado medio año del incidente, la Colla Els Arrupits de Vinaròs me propuso confeccionar una pancarta de siete metros de larga para las Fiestas del Carnaval y me preparé en la entrada de casa un par de caballetes con unos tablones de dos metros a fin de pintar el letrero y como cada día pasaba la vecina por la acera, la mujer veía la evolución del dibujo sin percatarse que cuando escribimos, lo que hacemos realmente es dibujar letras.

    Pasaron los años y en otra ocasión, visitando Clientes por Benicarló, me acerqué a saludar al Sr. Joaquín Navarro Marzá según costumbre que, estando en su taller, preparaba una plantilla de cartón para fabricar un chupachup[1] y viendo su dibujo se me ocurrió inocentemente comentar que la distancia del segmento circular era la raíz cuadrada de dos que corresponde a 1'41 unidades del radio del círculo. En este preciso instante, el Sr. Joaquín mirándome fijamente me comenta: "¿Tu también eres ingeniero?" y con mucha guasa le digo: "¡Más que ingeniero y atómico, soy piloto nuclear y olímpico!", con medalla de sémola porque de chorizo, alguien se lo comió y ya no quedaba y el título de ingeniero nuclear y técnico atómico especializado, como que se me queda corto y nos reímos los dos comentándole que de las lecciones de mis Maestros en la escuela, aprendí la existencia de dos métodos para la resolución de un problema, uno es el analítico con los números y otro, el gráfico con regla y compás y supongo que usted, usará el método gráfico y además, sin calculadora (continuando con la guasa). Efectivamente, añade el Sr. Joaquín, los número se los dejo para los diseñadores y delineantes de la oficina y yo, solo me ocupo de reparar los errores que cometen en sus propios planos por su falta de experiencia en la colocación de las piezas que necesariamente deben añadirse en la construcción del proyecto para que funcione correctamente.

    Con las dos lápidas del cementerio del San Pedro de la Barcella que aún se conservan, se me ha ocurrido preguntar a conocidos y desconocidos más duchos en historia para aproximarme a la edad o antigüedad de ambas lápidas y si no es posible, saber su orden cronológico de construcción y las pocas opiniones personales recibidas, desafortunadamente no me aportan datos interesantes porque se basan en apreciaciones personales relacionadas con la lectura de libros de historia, aunque reconozco que las de algunos colaboradores son ocurrentes y no van muy desencaminadas.

   De mis años mozos, recuerdo en muchas ocasiones un ejercicio de la escuela del que estuve nueve horas intentado resolverlo sin conseguirlo y al día siguiente, le pregunté al Sr. Maestro, Catedrático, Jefe del Departamento docente, el Dr. D. Agustín Escardino Benlloch, que en menos de un cuarto de hora presentó la respuesta en la pizarra, acreditando la diferencia entre ser alumno y profesor. Para la resolución del problema académico planteado, empleó un interesante sistema de razonamiento, evolucionando progresivamente y que denominé solución por deducción lógica y como lo vengo usando en las reparaciones de averías de maquinaria, he pensado en aprovecharlo en este caso porque estoy convencido que los picapedreros de hace 700 años, al igual que los actuales, cuando construyeron las lápidas del cementerio de San Pedro de la Barcella, usaron el mismo método gráfico que el utilizado por Sr. Joaquín en la fabricación de sus plantillas y sin calculadora.

    Aprovechando mis conocimientos en geometría, voy a partir de la figura de la circunferencia porque cuando miro a cielo nocturno en zona de penumbra o sin luminosidad artificial, observo unos puntos luminosos llamados estrellas y como tenemos una más cercana, desde las primeras horas de la mañana cuando no hay nubes, vemos El Sol redondo durante todo el día y si es de noche, las noches de luna llena se puede contemplar la redondez de La Luna, por ello, elijo de base un disco redondo como el de la rueda de la bicicleta.

    Dentro de este círculo voy a dibujar un triángulo pero no por ser la primera figura geométrica, ni la más simple, ni la que tiene el menor número de lados, sino que elijo el triángulo porque en el pueblo celta con el que me siento unido por el camino íbero desde la cuidad amurallada del mar con la ciudad amurallada del norte, se representa el Ceugant como el mundo de lo absoluto dentro de un círculo con los tres mundos, Abred, Gwenwed y Keugan, como mundo subterráneo, mundo terrestre superficial y mundo celestial en el que el árbol de la vida, es la conexión entre los seres animados y los celestiales con sus raíces adentrándose en el inframundo y sus ramas conectándose con el cielo y uniendo las raíces con el tronco y las ramas, representa a los seres vivos del planeta, aunque de ahí, no obtengo ninguna imagen sugestiva, pero si sobrepongo dos triángulo con un giro de 180º, observo una figura estrellada que me recuerda el anagrama de aquel pastor que en tiempos del rey Saúl derrotó a gigante Goliat y del que heredó el trono su hijo el rey Salomón y si además, uno las puntas de la figura, obtengo por resultado un hexágono que solo me recuerda a las cabezas y tuercas o hembras de los tornillo usados en la sujeción de las piezas mecánicas, aunque también observable en los panales de las abejas. Es evidente que la figura del triángulo no aporta nada relevante para mi intención inicial sobre este proyecto y abandono la idea, pero ¡no pasa nada!, aún me queda algo de imaginación porque acabo de empezar.

    Tomo la siguiente figura geométrica de cuatro ángulos cual es el cuadrado, dibujándola en el interior del círculo pensando en los cuatro puntos cardinales o en los cuatro elementos básicos de la vida cuales son aire, tierra, fuego y agua para jugar posteriormente emborronando la pantalla del ordenador con el borde del círculo un gran número trazos curvilíneos desde el centro a los vértices y global imaginación, para obtener por resultado una de las figuras de las lápidas del cementerio de San Pedro de la Barcella y de tal suerte, podría pensarse que esta lápida es la primera en orden evolutivo de las dos que se conservan, aunque es imposible saber si la construyó un maestro o un aprendiz o simplemente fue el encargo elegido al picapedrero por el propio cliente.

Lapida del cementerio de San Pedro de la Barcella.

    Pero si decido unir los cuatro puntos cardinales a los cuatro elementos básicos de la vida y los dibujo en el interior de mi círculo o sobre pongo otro cuadrado girado un ángulo de 45º o medio ángulo recto, obtendré un octógono que supuestamente representaría las ocho primeras bienaventuranzas, porque de recordar de la novena, no existiría el guerrero con las ocho obligaciones de los caballeros que ostentan el anagrama y el resultante de la experiencia se asemeja a la llamada cruz patada anterior que, jugando con los sectores circulares de sus brazos, ya observo una primitiva Cruz de Malta.

    Sigo pensando en la guasa de la raíz cuadrada de dos de la plantilla del Sr. Joaquín Navarro Marzá que me revolotea por la cabeza y dibujo otra circunferencia concéntrica con el círculo y el cuadrado pero 1'41 veces mayor, aunque se puede tomar la apotema del cuadrado interior como radio para dibujar una circunferencia interior o trazar un cuadrado externo al círculo y usar el radio del nuevo cuadrado como radio de otra circunferencia mayor que para el caso viene a ser lo mismo porque lo realmente interesante es la imagen del dibujo y no su tamaño y con la misma imaginación, cuando dibujo los trazos del borde circular mayor sobre el octógono, obtengo por resultado una Cruz de Malta como la otra de las figuras de las lápidas del cementerio de San Pedro de la Barcella.

Lapida del cementerio de San Pedro de la Barcella.

    Es discutible esta exposición teórica evolutiva sobre la Cruz de Malta y se puede estar de acuerdo o en contra, también es evidente que los picapedreros constructores no emplearon la raíz cuadrada de dos y posiblemente trabajaban con la mitad más uno del valor del radio del círculo, mas, quedan invitadas todas las mentes ocurrentes y también las estudiosas de la historia a mejorarla e incluso cambiarla, no obstante, lo evidente es que la evolución en un artículo comercial o cualquier producto vendible, se alcanza con la experiencia que acredita el autor, las mejoras aportadas en su realización y siempre conseguidas con el paso del tiempo y la destreza e imaginación en su fabricación.

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[1] Los pescadores de barca y arte de pesca con malleta, llevan instalada en su embarcación una polea mecánica para elevar la red y recoger las capturas sin esfuerzo manual.

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