La forja de una estrategia

por Julián Segarra Esbrí

    Las Ordenes Militares se constituyeron en el mundo cristiano por monjes guerreros con la finalidad de combatir el islamismo. Esta concepción será la que conferirá el carácter de un personaje que para los historiadores aragoneses será mancillado de fragmentador del Reino Aragonés y para los valencianos y mallorquines como creador de sus señas de identidad, fueros, moneda, instituciones y territorio.

    D. Jaime I El Conquistador nace el 2 de febrero de 1208 en el Palacio de Montpellier y es conocido como el Rey de Aragón, de Mallorca y de Valencia, Conde de Barcelona y de Urgel y Señor de Montpellier.

    Cuentan las crónicas que al nacer, su madre Dª. María de Montpellier encendió doce cirios con los nombres de los apóstoles y el que mantuvo durante más tiempo la llama fue el que tenía rotulado el nombre de Santiago Apóstol, en catalán antiguo, Jacme, San Jaime, dando así el nombre a su hijo.

Personaje del joven Rey D. Jaime I

    Por la inesperada muerte de su padre Pedro II en combate durante la batalla de Muret al sur de Tolosa (Francia) el 13 de septiembre de 1213 cuando tenía cinco años de edad, fue rehén del cruzado vencedor Simón IV de Montfort, aunque gracias a la intercesión del Papa Inocencio III, un año después se devolvió a su Reino de Aragón, recibiendo su primera educación en el oscense Castillo Templario de Monzón desde los seis hasta los nueve años, lo que propició un rey de carácter enérgico y gran personalidad guerrera, entremezclándose religiosidad y belicosidad al vivir la regencia de su tío abuelo el conde Sancho Raimúndez en múltiples enfrentamientos con los nobles que, llegaron a secuestrarlo en 1225 durante un mes en Zaragoza, promoviéndose una revuelta que duró un año hasta la Concordia de Alcalá en 1227 gracias al apoyo mayoritario de los ricohombres.

    Los valencianos nos lo imaginamos como un personaje de presencia caballeresca a lomos de su caballo; de su madre debió heredar una tez pálida y rubio pelo y de su padre la altura de estatura y unas grandes manos con la que asir su espada. Debió tener muy buena salud física para ser El Conquistador y poder vivir hasta el 26 de julio del año 1276, en definitiva, nos lo imaginamos como un personaje valiente y rebelde pero honesto, devoto y humano.[1]

Documento histórico sobre El Rey Jaume I

    Derrotado el califa almohade Muhammad An-Nasir a consecuencia de la Batalla de Las Navas de Tolosa el 16 de julio de 1212, se produjo el hundimiento y la fragmentación del poder almohade, lo que propició el avance de las fronteras de los reinos cristianos tanto castellanos como aragoneses hacia el sur. En las Cortes de Tortosa de 28 abril de 1225 siendo obispo don Ponce de Torrellas, se decidió emprender la reconquista contra el Islam y se inició con el estrepitoso fracaso del sitio sobre Peñíscola.

    Peñíscola siempre fue y será un dominio estratégico junto al Mar Mediterráneo. Sobre una pequeña y rocosa península es un lugar inexpugnable, no en vano los fenicios la hicieron puerta de acceso a la Península Ibérica al sur del gran río íbero y trazaron un camino hacia Finisterre para trasladar el estaño de sus yacimientos. Para el lector curioso le diré que la mena más importante de estaño en el mundo pasa por debajo de las Islas Británicas en dirección al Océano Atlántico y de un giro de 360º aflora en la Cordillera Cantábrica. Pero como decía, esta fortaleza de la primitiva Chersoneso fue asedia durante dos meses sin éxito por las huestes el Rey Jaime I en 1225 debiendo retirarse.

    Ayudado por nobles catalanes y unos cuatrocientos caballeros aragoneses, en las Cortes de Barcelona reunidas el 21 diciembre 1228, se decide la conquista de las Islas Baleares como justificación política a la innegable necesidad de defender las costas catalanas del Islam y afirmar su poder, ya que por un exceso de confianza de su padre Pedro II de Aragón, desde las batalla de Muret, la Corona había caído en el desánimo político y el estancamiento económico, cercenando las veleidades expansionistas aragonesas al norte de los Pirineos. Tras varios meses de preparativos, la flota al mando del capitán de galeras Pere Martell conocedor de la geografía y la organización política en las islas Baleares, se organiza la mayor armada de su época compuesta por 150 naves que partieron el día 7 de septiembre de 1229 desde las costas tarraconenses y después de cinco días de navegación, desembarcaron en Santa Ponça para invadir la costa mallorquina de arena y juncos, asediando Mallorca a sus 20 años de edad hasta su total ocupación, en 1231 la isla de Menorca y después la de Ibiza que estaban subyugadas por la dinastía almohade desde el año 903 en el que los omeyas las habían islamizado, pero con el Tratado de Capdepera, el día 17 de junio de 1231, convertirá a la isla en protectorado con los regidores musulmanes menorquines y al no ser bien atendida su insistencia por repoblar aquellas tierras baleares, constituyose como un territorio de la Corona bajo el nombre de “regnum Maioricarum et insulae adyacentes” por el resultado desastroso de la conquista.

    Esta travesía marítima que partió de los puertos de Salou, Cambrils y Tarragona, fue muy accidentada y en principio se pretendía fondear en la bahía de Pollensa al noreste de la isla, pero un repentino e inesperado viento lo impidió. El capitán de la galera real había circunnavegado anteriormente la isla de Mallorca y sugirió al monarca tomar un primer refugio en el pequeño islote de Pantaleu mucho más al sur, ya que disponía de un pozo de agua dulce. Allí reposaron pero fueron detectados por los mallorquines que, empezaron a reunir su ejército. Sin embargo, las naves de reconocimiento enviadas por el rey tuvieron tiempo de encontrar un lugar en tierra donde desembarcar masivamente en la playa de Santa Ponça en la que arribaron la medianoche del día 10 de septiembre e inmediatamente entablaron su primera batalla, fácilmente vencida por el enorme contingente cristiano. Cuando el rey descendió de su galera, se encontró con que ya no había pelea. Demasiado era la situación para su sangre fogosa y sus deseos de gloria que convocó a un grupo de 24 caballeros aragoneses que habían llegado al mismo tiempo y los encabezó para perseguir a un grupo de soldados de infantería musulmanes que estaban huyendo y aunque eran mucho más numeroso que la partida organizada por Jaime I, el rey presumió de haber matado hasta cinco enemigos. Posteriormente, los nobles le reconvinieron por el riesgo que había corrido en un episodio innecesario que muy bien podría haber resultado otro rey muerto en batalla después del triste final de su padre, lo que hubiera sido letal para la dinastía.

    El buen hacer de los Montcada en la conquista de la isla, dos nobles que lideraban las operaciones militares como eran Guillem y Ramón de Montcada (tío y sobrino) consiguieron dos días después que el rey de Mallorca Abú Yahya saliera al encuentro de las tropas invasoras y fueron también ellos los que se pusieron al frente más avanzado del ejército en la batalla de Portopí. Este temprano enfrentamiento marcaría el curso de las hostilidades, aunque en él, las cosas no resultaron tan fáciles. Los musulmanes dominaban los altos de la sierra de Portopí y desde sus posiciones lanzaban con comodidad piedras con catapulta e hicieron retroceder a un grupo de caballeros cristianos comandado por Nuño Sánchez de Rosellón, familiar del rey. La retirada fue abucheada desde el propio ejército catalano-aragonés: "¡Vergüenza!", clamaban los soldados y fue necesaria la participación de la mesnada del soberano para desalojar a los mallorquines de tan cómodo enclave. De allí, el monarca salió investido con un epíteto glorificador y se le llamó: "el león de armas".

    A partir de este momento y tras una reorganización de los ejércitos, lograron vencer en esta contienda, sin embargo, el balance de la batalla de Portopí no resultó del todo favorable porque fallecieron tanto Guillem como Ramón de Montcada. De inmediato se planeó el cerco a Madina Mayurqa, nombre árabe de lo que hoy es Palma de Mallorca que ya entonces era la ciudad principal de la isla y lugar de residencia de Abú Yahya. Tres meses duró un asedio en el que el ejército aragonés hizo valer su superioridad militar al ser Mallorca un reino poco militarizado y sus recursos eran insuficientes para que pudiera defenderse.

    Para evitar la llegada del invierno, se precisó de una rápida ofensiva y la tropa cristiana, además de emplear potentes catapultas que habían traído desde la península y otras que construyeron con la madera de las naves, se empleó con gran dureza y sin piedad. Según el "Llibre dels fets" (crónica dictada por el propio Jaime I), el rey ordenó lanzar con las máquinas de asedio las cabezas de 400 prisioneros musulmanes capturados en una escaramuza. Previamente, los mallorquines habían intentado poner en primera línea a los prisioneros cristianos, como si fueran escudos humanos, pero la caída de Madina Mayurqa se produjo sobre todo gracias a un intenso trabajo de zapa que debilitó los cimientos de las murallas de la ciudad y abrió galerías subterráneas. La ofensiva se concentró en una única parte, en el lado occidental, para conseguir resultados más rápidos, ya que el otoño estaba avanzado y la llegada del invierno hubiese hecho imposible un asedio demasiado prolongado. Tras los muros de la fortaleza, Abú Yahya creía que se trataba más de una operación pirata como la ocurrida un siglo antes y no de una conquista política y pensó que los cristianos se marcharían si les pagaba un tributo, por lo que hizo al menos un par de ofertas, pero Jaime I las rechazó por consejo de los nobles catalanes que esperaban el botín de guerra.

    El día de fin de año de 1229 entraron en la ciudad a través del hueco abierto en la muralla y muchos habitantes huyeron y el resto fue masacrado. El botín resultó ser generoso, repartiendo riquezas para todos, tantas que ningún adalid del ejército catalana-aragonés sintió agravio comparativo porque individualmente, cada uno creía ser el más rico.

    El rey hubiera querido continuar en batalla contra los reductos rebeldes en el interior de la isla instalados en las montañas, pero los nobles se negaron, porque priorizaron el reparto del botín y el rey acabó por ceder, lo que demuestra que su poder estaba muy lejos de ser absoluto. La conquista se demoró con enfrentamientos interinos o levantamientos y saqueos por parte de los soldados de la plebe por estar hartos de no recibir sus pagas mientras sus jefes acumulaban riquezas. Aunque el rival disponía de pocos recursos, la guerra de 1231 en las montañas fue dura, ya que los escarpados recortes de la sierra mallorquina facilitaban el escondimiento y el episodio del escenario en el macizo de Artá, en la sierra de Levante, fue un ejemplo de ello.

    El "Llibre dels fets", explica con mucha precisión cómo la pacificación requirió una misión en las montañas de casi dos semanas, al encontrarse tanto el rey como su ejército en condiciones precarias porque la comida escaseaba y Jaime I tuvo que dar permiso a sus soldados para saltarse la abstinencia de carne siendo Cuaresma. Al final, la rendición de los rebeldes se consiguió gracias a que un soldado se descolgó con cuerdas atadas a un caballo hasta los abrigos naturales donde se refugiaban los musulmanes andalusíes prendiendo fuego a la vegetación de la entrada para que el humo les impidiera seguir ocultos, pero la resistencia de los mallorquines duró hasta 1232 y Jaime I que estuvo nada menos que 14 meses en la isla durante la primera fase de la conquista, se vería obligado a volver dos veces más. Finalmente se consiguió someter Menorca sin guerrear mediante un pacto de sumisión, mientras que Ibiza, no sería controlada hasta 1235 y por iniciativa del arzobispo de Tarragona Guillem de Montgrí, que al ser elegido, quiso redondear su nueva posición con una acción de prestigio. Mientras tanto, en Mallorca quedó diezmada la población autóctona musulmana andalusí y debió ser repoblada mayoritariamente con campesinos catalanes del Ampurdán y aunque laboriosa, la conquista se saldó con un éxito total y dio al rey una gran lección de geopolítica que tendría enorme influencia en la historia posterior de la península con éxitos de conquista que le animarán a continuar el avance por la península, iniciando el sitio de Morella como primera continuidad de la expansión territorial continental, ya que Pere Martell, animará a todas las partes a emprender una conquista más atractiva que podían ofrecer los territorios musulmanes vecinos del sur de Aragón como era el Reino de Valencia, más rentable y gloriosa que los territorios mallorquines con infieles poco guerreros en comparación con los reinos franceses de la Provenza, Montpelier y el Rosellón.

    La colaboración y fidelidad del noble don Blasco de Alagón, a quien nombrará lugarteniente, es decisiva para empezar el sitio a la ciudad de Morella, plaza fortificada cabeza en territorio musulmán valenciano. El crudo invierno de 1231-1232 desprovistos de agua y víveres al tener el abastecimiento cortado por los cristianos, los musulmanes de Morella se rinden el día 7 de enero de 1232, día de San Julián mártir, ante las tropas cristianas al mando de don Blasco de Alagón. La resistencia de Morella fue muy importante y el Rey Jaime I envió sus efectivos militares aragoneses de Teruel a Ares intentando y consiguiendo su conquista en día 8 de enero de 1232, no así en el espolón rocoso de Castellfort que resistirá valientemente hasta el día 1 de agosto de 1237. Invitando a permutar el Castillo de Ares por el de Morella, don Blasco de Alagón no accede y el Rey le concede el lugar y su castillo.

    A sus 24 años, después de soportar el frío y duro invierno de Ares que sus anuales nevadas lo deja incomunicado y sin haber otorgado la Carta Puebla a Morella, se desplaza hacia el desierto de Alfama, a unas cinco leguas de Tortosa atravesando el Barranco de Givalcolla y llegando a Ca'n Roig para pernoctar en un lugar seco y árido junto a la Rambla Cervera con unas torres de vigilancia sin valor estratégico y que sus escasos vecinos no opusieron resistencia a su llegada. Cual su sorpresa al comprobar que en aquellas perdidas tierras, sus moradores, aparentemente desprovistos de agua y cultivando la vid y el olivo inexistente en Ares y Morella, se alimentaban con frutos y hortalizas frescas de la huerta.

Paraje del Molinar

    Felicitose por su buena acogida y por la cordialidad de sus gentes que le invitaron a conocer el lugar donde se recolectaban tan exquisitas verduras, acompañándolo al Paraje del Molinar. Allí pudo comprobar la existencia de otra torre de vigilancia junto a un manantial de aguas puras y cristalinas que en medio del barranco brotaba con fuerza en donde bebió y también su caballo. En sus inmediaciones el agua era retenida con grandes piedras en bloque taponando sus juntas con arcilla y desviando el agua a ambos lados del torrente, se regaban con una acequia unas pequeñas huertas en las que la tierra era sujetada con paredes de piedra seca, formando una especie de embalsamiento o presa que aprovechó el joven rey para un relajante baño. El agua sobrante de riego era conducida hasta un molino de grano en la margen izquierda de la cuenca del río en el que se aprovechaba su fuerza hidráulica para la molturación.

    Prendado quedose el Rey Jaime I por las maravillas mostradas en el delicado vergel y tanto reconocimiento vieron los lugareños por el ilustre visitante que lo acompañaron hasta el poblado cristiano de La Barcella que su abuelo el Rey Alfonso II cuarenta años antes les había otorgado carta de población, también por las Molas de Chert para conocer los orígenes de su primitivo asentamiento en la Mola Murà y reconocimiento del territorio, divisando la lejana línea del horizonte donde el mar y el cielo parecen juntarse, desde el delta del gran río íbero hasta las Islas Columbretes, desde el Montsiá hasta las Atalayas de Alcalá, toda una planicie llena de olivos y viñedos por la que siete años antes había galopado hacia la derrota en el sitio de Peñíscola que como una espina, permanecía clavada en su consciencia y amor propio.

Península Ibérica en 1212

    Viendo que el número de monjes guerreros en La Barcella unidos a sus fieles efectivos militares era insuficiente como para afrontar de nuevo la conquista de Peñíscola y sabiendo que si lo intentaba otra vez sus moradores se replegarían en su fortaleza como ya lo hicieron en 1225 y se resistirían en su ciudad amurallada del mar, abandonó el lugar de La Barcella hacia Tortosa en los límites territoriales bajo el dominio sarraceno para despachar con el Gran Maestre Frey Guillem de Cardona de la Orden de San Jorge de Alfama, fundada por su padre Pedro II de Aragón el 24 de septiembre de 1201, de cuya nobleza y valentía se había hecho hacedor en la conquista de Mallorca junto al Rey Jaime I.

    De los días pasados en Ca'n Roig y del fallido intento por conquistar Castellfort, obtuvo el monarca interesantes conclusiones sobre el carácter del mundo islámico y su peculiar idiosincrasia y cambiando su estrategia, reunirá 25000 infantes aragoneses y navarros con 2000 caballos e intentará la conquista de Burriana.

    Al año siguiente, en el día 16 de julio de 1233 el Rey Jaime I y tras dos meses de asedio, tomará Burriana y aislando los castillos árabes del norte al cortar el nexo de unión con Valencia, el enclave marítimo-rocoso de Banáskula se entrega sin lucha por capitulación en octubre del mismo año, aunque bajo los pactos que respetan las leyes y costumbres sarracenas por la imposibilidad de inmediato repoblamiento cristiano, haciendo su entrada el 22 de septiembre de 1234. Entonces fue cuando el Rey Jaume I comprendió su fracaso en el cerco a Peñíscola en 1225 cuando contaba con 17 años y si mil veces hubiese intentado conquistarla, mil veces hubiese fracasado porque en su lugar hay gran abundancia de agua dulce que brota en el interior de sus murallas, al lado en el Mar Mediterráneo, tiene su inagotable despensa y como cristiano educado por Maestres, nunca hubiese podido imaginar y entender el sentir del mundo islámico aprendido en los cortos días de estancia y convivencia en Ca'n Roig. El 28 de enero de 1251 les otorgará Carta Puebla, pero desposeerá a los árabes peñiscolanos de todas sus propiedades y bienes entregándoselos a los nuevos pobladores cristianos.

    Comprobado el buen resultado de esta estrategia psicológica, la volverá a repetir en Valencia cortando su unión con Al-Andalus intentando conquistar Cullera, en junio de 1235 colocará su ejército entre el castillo y el río Júcar pero como por las dificultades del terreno será necesario mucho tiempo, hombres y alimentos en un momento en que su abastecimiento es más bien escaso, ocupará la Torre de Silla, el Fuerte de Moncada, Museros, Torres-Torres y otras cercanas a Valencia y al tener al pueblo aislado psicológicamente con el resto del mundo árabe, reúne a las Cortes generales de Monzón el 28 de octubre de 1236 consiguiendo le concedan toda la ayuda necesaria, incluso del Papa Gregorio IX que califica a la acción con el carácter de cruzada, otorga una bula el 2 de febrero de 1237 y empieza a asediarla por El Puig el 22 de abril de 1238 hasta el 28 de septiembre del mismo año, en que el gobernador árabe Abul Djumayl Zayyan capituló ante el Rey Jaime I sin derramamiento de sangre del pueblo de Valencia cuando en señal de rendición, desplegaron sobre la muralla un lienzo en el que habían pintado las cuatro barras rojas de Aragón, haciendo su entrada oficial el 9 de octubre de 1238 convirtiendo la mezquita en catedral según promesa realizada en Lérida en 1235 y al no anexionar las tierras conquistadas ni al Reino de Aragón ni al Condado de Barcelona las convirtió en un nuevo reino, naciendo los valencianos como pueblo.

RusticArt

    Aprovechando el camino íbero, en alguna ocasión el Rey Jaime I viajó desde Peñíscola a Morella y viceversa, por la distancia geográfica de su situación, siempre pernoctaba en Ca'n Roig recordando la hospitalidad con que sus gentes le agasajaron la primera vez y las enseñanzas aprendidas durante los días de su convivencia. Con el tiempo, los emisarios reales hacían lo mismo y posteriormente los correos reales, al final los transeúntes y viandantes también pernoctaban en la Aldea de Anroig construyéndose posadas que con el paso de los años, la inmediación de la ruta y el aumento de viajeros se transformarán en hostales donde las diligencias y carruajes cambiaban de caballerías o aprovechaban para su descanso, así se ha conservado hasta la actualidad que con los modernos medios de comunicación las distancias kilométricas parecen acortarse y el viajero pasa rápidamente sin poder disfrutar del entorno ni saborear su historia.

Bibliografía.-

Carta puebla de La Barcella octubre 1192.

Carta puebla de Mas del Estellers 24 septiembre 1201.

Carta puebla de Ulldecona 3 abril 1222  para el castillo y su entorno.

Carta puebla de La Sénia 17 abril 1232.

Carta puebla de Morella 17 abril 1233.

Carta puebla de Burriana 1 noviembre 1233.

Carta puebla de Cálig 10 junio 1234.

Carta puebla de Traiguera 23 diciembre 1235.

Carta puebla de Cervera del Maestre 8 octubre 1235.

Carta puebla de Benicarló 14 junio 1236.

Carta puebla de Rosell 17 marzo 1237.

Carta puebla de Bojar y Fredes 15 marzo 1236.

Carta puebla de Sant Mateu 17 junio 1237.

Carta puebla de Castellfort agosto de 1275 que equivale a finales 1237 era hispana.

Carta puebla de Salzedella diciembre 1238.

Carta puebla de Catí 25 enero 1239.

Carta puebla de Albocácer 25 enero 1239.

Carta puebla de Benasal 3 enero 1239.

Carta puebla de Villafranca 25 enero 1239.

Carta puebla de Alcanar 28 febrero 1239.

Carta puebla de Carrascal 17 abril 1237.

Carta puebla de Vinaròs 29 septiembre 1241.

Carta puebla de Villafamés 30 agosto 1241.

Carta puebla de Ares 21 enero 1241.

Carta puebla de Culla 21 marzo 1243.

Carta puebla de Tírig 15 septiembre 1245.

Carta puebla de Villanueva de Alcolea 13 febrero 1245.

Carta puebla de Forcall 2 mayo 1246.

Carta puebla de Alcalá 7 marzo 1250.

Carta puebla de Peñíscola 28 enero 1250.

Carta puebla de Pobla de Benifazá 11 enero 1261.

Carta puebla de Vallibona noviembre 1271.

Carta puebla de Atzaneta 11 enero 1271.

Carta puebla de Villar de Canes 13 diciembre 1273.

Carta puebla de Vila-Real 20 febrero 1273.

Carta puebla de Ulldecona 12 abril 1273  para el asentamiento actual del pueblo.

Carta puebla de Torre Embesora 5 abril 1274.

Carta puebla de Santa Magdalena febrero 1287.

[1]Curiosidad histórica.-

     Cuando vemos la Reial Senyera, observamos un "rat penat" al final del asta, confusión debida a que el pueblo valenciano de Valencia nunca supo exactamente lo que llevaba aquel Rey Conquistador en su cabeza y asoció la imagen a lo que conocía, en este caso a un murciélago, cuando siempre fue un "drac alat".

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