Cuando no se tiene, ¡se pinta!

por Julián Segarra Esbri.

   Me he levantado despierto, descansado e inspirado para redactar esta página web pero, después de atender los correos electrónicos, se me ha ido el santo al cielo, aunque tampoco importa nada porque lo que voy a contar carece de importancia. Lo cierto es que al salir de la autovía por la que circulaba como un relámpago con mi camioneta, se me ocurrió accionar el mando de intermitente para advertir de la maniobra y la luz del indicador de cambio de dirección o de carril en este caso, no dio las señales ópticas de correcto funcionamiento. En cuanto puede, me salí de la calzada y comprobé en la caja de fusibles que todos estaban en perfectas condiciones de uso por lo que supuse que la avería estaría en el temporizador que en el argot del taller mecánico se conoce como relé.

   Al estar lejos del domicilio, precisas solicitar ayuda externa por carecer de las piezas de repuesto y las herramientas de reparación, pero como en las ciudades existen concesionarios de la marca del vehículo, recurrí a sus servicios por suponer erróneamente de la disponibilidad de recambio y cual mi sorpresa que, al parecer, aquel día tenían que recibir varias entregas de vehículos nuevos y tal vez no se me podría sustituir la supuesta pieza averiada por el exceso de faena, no obstante, como era martes y la avería no permite en los desplazamientos advertir de las maniobras al resto de los chóferes, en un tiempo en el que todos los conductores de coches miran por costumbre el bulto del vehículo y nadie está pendiente de las advertencias que pueda realizar el conductor con el brazo, decidí dejar el vehículo en el taller del concesionario hasta el viernes con la intención de pasar tres días después a retirarlo.

   Al momento de mi llegada al taller de reparaciones para llevarme el vehículo, se me advierte que aún no está reparada la avería porque el mal funcionamiento está en el mando y ya no existen de repuesto por ser un vehículo viejo pero como preciso de la furgoneta, pido un destornillador especial para los tonillos de sujeción porque el mío lo tengo en mi casa, atornillo el mando a su soporte y liquido los honorarios del servicio. Atentamente se me invita a pedir un mando parecido más moderno para colocarlo al vehículo con un plazo de entrega indeterminado y por un precio con un cero a la derecha sobre el valor de mercado al desconocer el empleado que me atiende, que, antes de nacer su abuelo, el mío ya era cliente del primer concesionario de la provincia de Castellón y es por lo que liquido el valor de los honorarios del servicio y me marcho para casa.

   Una vez en el pueblo, carente del esquema eléctrico, me aprovecho de aquella lección docente de mi maestro, el catedrático y profesor Dr. D. Agustín Escardino Benlloch, cuando reclamé su atención en relación a un ejercicio en cuestión que no supe resolver durante el día anterior y en menos de un cuarto de hora nos regaló a todos los alumnos una lección magistral de como se soluciona un problema cuando no se sabe como resolverlo en un método al que autodenominé deducción lógica y ante cualquier contingencia de la vida, incidencia, avería, reparación, etc., se puede utilizar aquella sabia lección con éxito total.

   Para poner en práctica los conocimientos adquiridos en la escuela durante mis años de colegial y demostrarme a mi mismo su utilidad, compruebo la continuidad de los terminales de conexión en la regleta del mando, pero la prueba no arroja respuesta acertada para mi porque, al tener varias funciones, me cuesta imaginar el circuito interno del mando y no estoy en condiciones anímicas para que mi cerebro guarde una imagen mental de todo el imaginario circuito por no tener acceso óptico al ser una unidad compacta cerrada por remaches de latón y que desafortunadamente no dispongo de nuevos en sustitución, por lo que dejándolo apartado, tomo la regleta de conexiones del cableado del vehículo y compruebo que no existe tensión de servicio, dándome una idea global de los once cables que porta y que ahora, ya me permite comprobar su utilidad y función, haciendo muy fácil su averiguación y sin miedo a estropear nada.

   De esta valoración previa, obtengo por conclusión que, el circuito del mando o tiene los conectores internos sucios o cortocircuitados y como mi intuición no aconseja ser desmontado para su comprobación y/o reparación por la falta de los remaches adecuados en su montaje posterior, hago una comprobación externa en la regleta para saber cuales son los cables terminales de conexión que llevan la información a los intermitentes de la derecha del vehículo y de la izquierda que es observado inmediatamente en el panel de mandos y con este dato, se obtiene por deducción el cable que actúa en común, ahora solo resta saber o conocer el cable eléctrico que lleva la información al temporizador que descartando los del claxon y los de las luces largas o de carretera y cortas o de cruce y ráfagas, de los once cables de la regleta solo puede ser uno de los dos restantes, que inmediatamente se averigua comprobando cual es el rebelde, el que impide que los intermitentes no funcionen y le pregunto ¿pero qué haces? y me responde ¡duermo!. Aprieto el pulsador del claxon y del bocinazo se despierta y se pone en modo activado, le ato un alambre a la oreja a modo de pendiente embellecedor, le digo lo guapo y moderno que está ahora con el aro en la oreja y le advierto, ¡esto que no vuelva a ocurrir!. Atornillo el mando en el soporte al efecto, le pongo la tapa de protección a modo de bufanda para que no se constipe y a funcionar de nuevo como el primer día de su compra. Y es que en esta vida, la limitación está en la imaginación.

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