Rocallet
El travieso duende de la Moleta Redona de Chert.-
por Julián Segarra Esbrí
¿Y qué tendrá la Moleta Redona de Chert para atraer y fascinar a quien desde lejos detiene su atenta mirada en ella?. Porque en principio, no tiene nada de especial salvo su singularidad, al estar formada con los mismos materiales rocosos que el resto de las montañas de su entorno. Solo su reducido tamaño la hacen diferente, pero este hecho no es suficiente como para que a todas las personas les hechice y despierte el interés por su vista.
Había estado en la base de su single hace como unos 30 años para medir la temperatura de sus piedras acompañando al Dr. el Sr. D. José Quereda Sala en una de sus múltiples vistas por estas agrestes y montañosas tierras del Maestrazgo. También hace como unos 20 años, en compañía del Sr. D. José Amunt Sierra pasamos por el camino de la base de su colina para ascender a campo través hasta la Mola Murà con la intención de encontrar un acceso razonable desde la Font del Ansaloni a su superficie y viceversa, lo que facilitaría la comprensión como asentamiento humano, pero buscar y encontrar la razón de visitar de nuevo este lugar y ascender encima de la Moleta Redona, no la encuentro por ninguna parte, salvo que lo relacione con un detalle anecdótico que aparentemente carece de importancia pero, tal vez nos de la clave de esta descalaverada ocurrencia.
Cuando te aproximas a Chert desde la carretera de Sant Mateu, la Moleta Redona siempre atrae la observación, cuando vienes de La Jana o desde Canet lo Roig, ocurre más de lo mismo, cuando tomo en mis manos alguna botella de los licores SEGARRA siempre se desplaza la mirada hacia la parte izquierda de la etiqueta para observar esta curiosísima formación rocosa tan pequeñina pero a la vez tan representativa del pueblo de Chert pero, tampoco entiendo sea razón que justifique la visita y menos el ascenso.
Quizás se trate de la misma necesidad por la que algunas personas son capaces de recorrer 10.000 Km. para subirse encima de la Mola Murà y disfrutar del paisaje de todo el paraje de la Barcella. Una necesidad que corre por la sangre de las venas de los actuales descendientes de la tribu ilercavona que en ella habitaron hace miles de años cuando en la Valltorta aún nadie había empezado a pintar los abrigos con las pinturas rupestres.
Hoy es el último día del mes de febrero y coincide en domingo, la temperatura en la destilería de Chert es de 8ºC y en la calle el cielo aparece nublado. El frío invernal se deja sentir en los huesos y lo único que apetece es estar cerca del hogar calentito y no haciendo precisamente alguna gestión administrativa derivada de mis actividades económicas, por lo que me he sentado frente al computador y aprovechando la ruralwifi me he permitido el lujazo de ver las diapositivas de las imágenes tomadas durante el acondicionamiento de la "vía ferrata" en la Moleta Redona el pasado día 20 por el Grupo Chertinista.
En un momento dado, he podido comprobar que la máquina de retratar es capaz de observar detalles que el ojo humano no siempre ve delante de su cara y es casi evidente que la razón por la que todos sentimos este especial interés por visitar la Moleta Redona es que en ella hay un duende. ¡Si!, ha leído bien y he dicho un duende, pero no es un duende cualquiera, es nada más y nada menos que Rocallet, el duende más travieso que jamás existió y por ser el duende más revoltoso de todos los duendes que han habitado en el planeta Tierra desde tiempos remotos, acapara la atención y necesidad de acercarse a visitarlo, pero como a la vez es un pillín, se esconde ante la presencia humana entre las grietas de las rocas y solo se deja ver cuando nadie mira, por ello, la cámara de retratar lo ha pillado infraganti y aparece pícaramente sonriendo en una de las fotografías.
Otro día con más tiempo, cuando no venga nadie a visitarme con la intención de que le entretenga, os voy a contar el cuento de Rocallet, el travieso duende escondido en las entrañas de la Moleta Redona de Chert.
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