El santoral

por Julián Segarra Esbrí

   Quien disponga de conciencia personal de los últimos cincuenta años, le será muy fácil observar la evolución inconsciente de la sociedad en la que vivimos con solo pararse a pensar en el cambio de hábitos de nosotros mismos. La España industrializada actual, no puede permitir festejar ningún día fuera del convenio colectivo de cualquier negocio porque una empresa no pude detener su producción por un día de relajación entre semana de sus empleados, ya que para ello están los sábados y los domingos.

   Cuando éramos campesinos sin maquinaria agrícola, cualquier día de fiesta era bienvenido para descansar del duro trabajo diario en el campo y en Chert, el día del santo general como San Antonio o San Vicente, era motivo de celebración al igual que los santos locales como San Marcos o San Roque, pero con la incorporación de las personas al mercado laboral tanto industrial como de servicios, han modificado de tal forma la sociedad que hoy, ni nos conocemos a nosotros mismos.

   En el pueblo de Chert existían varios tipos de industrias de producción y también de servicios y cuando se acababa la enseñanza escolar, todas las personas tenían acceso a ser contratadas por los empresarios que en determinadas fechas muy señaladas, cedían el día libre a sus trabajadores para festejarlas en la localidad, incluso se contrataba un autobús para llevar un día de excursión a sus empleados por algún lugar de la provincia de Castellón o de las limítrofes Tarragona y Teruel como recompensa adicional por su trabajo diario durante la anualidad.

   Con el paso de los años, las jornadas laborales de lunes a sábado se redujeron medio día semanal dejando la tarde del sábado libre con lo que se llamó a denominar semana inglesa y progresivamente, se acabó formalizando una jornada de cuarenta horas semanales que repartidas entre ocho horas diarias, permiten disponer de dos días semanales libres, siendo elegidos el sábado y el domingo como los no laborables. Ello exige al trabajador cumplir obligatoriamente de lunes a viernes, lo que no permite entre semana ninguna libertad y progresivamente, en las fechas de las festividades que antaño se celebraban con todos los honores, solo acudían las autoridades locales cuando sus quehaceres se lo permitían, pero como tales fechas van cambiado en cada anualidad con los días de la semana, en ocasiones la festividad coincidía en sábado o en domingo, con lo que la participación ciudadana era masiva.

   La aparición de los vídeos, propició durante unos años que los viernes por la tarde-noche se contrataran varios de ellos y el día del sábado, las personas se pasaban el día de ocio sentadas en un sofá o en una butaca de su casa chupando películas hasta la saciedad que si bien en principio, el entretenimiento daba cierto prestigio social, con el paso del tiempo llegó a aburrir a los propios usuarios consumidores y la incorporación laboral del lunes era de lo más desalentador por lo que había que inventar algo novedoso con atractivo y a ser posible turístico.

   La despoblación de los pequeños municipios hacia poblaciones más importantes, trasladó a las empresas y también a sus vecinos, con lo que las casas de los pueblos quedaron abandonadas y a la muerte de los abuelos y padres, inservibles y al ser usadas solo para las vacaciones y haber en exceso, el abandono y posterior mantenimiento condujo a la rehabilitación y ello, al alquiler, en un novedoso sistema conocido como turismo rural que suena más exótico y rimbombante que llamarlo turismo pueblerino o incluso masovero, de tal suerte, las personas podían desplazarse a lugares fuera de su entorno durante un par de días, pernoctando fuera de su casa semanal que más bien está reducida a un pisito en un bloc de viviendas de personas desconocidas y disfrutar de nuevas sensaciones con las que despertar la envidia de sus amigos y conocidos al ser contadas las maravillosas experiencias que nunca pudieron ser compartidas por ser vividas aisladamente en solitario.

   Para estimular la correspondencia epistolar infantil con la llegada del internet, la F.N.M.T. editó unos sellos de poco valor adinerado que se admitía como franqueo reducido para las cartas enviadas por los colegiales entre ellos que con la despoblación, se habían unido las escuelas administrativamente, creando los colegios rurales agrupados con locales docentes separados de varios pueblos cercanos formando un conjunto y que en alguna ocasión se reunían y desplazanan todos los niños juntos para conocerse y compartir un día de excursión, pero en internet nació casi a unísono un sistema llamado metroflog por el que los mismos colegiales se podían crear, sin conocimientos informáticos, un espacio web al que acceder para colocar diariamente una imagen con comentario y capaz de ser interactiva con el resto de sus amigos.

   Del éxito del sistema, nacen las redes sociales, pero para su registro, se precisa colocar la edad del usuario con el fin de cortar el paso a los más jóvenes menores de edad de los contenidos incontrolables de las personas mayores y con la picaresca propia de la imaginación, tengo amigos nacidos en 1900, hace más de 120 años y el sistema lo acepta como válido porque el diseñador o programador del invento, no pensó en la pícara ocurrencia.

   El hecho de disponer de la fecha de nacimiento del usuario y la ubicación, permite al sistema separar a los clientes por grupos de edades y hábitat, lo que permite ofrecer publicidad bien dirigida y si además, añadimos detalles personales e incluso las aficiones, poder imaginar conocer hasta las posibilidades de compra venta de cualquier mercancía, pero para enmascarar las perversas intenciones comerciales de sonsacar el dinero fruto del trabajo, la fecha del nacimiento, sirve para hacer pensar al usuario el invitar al resto de los amigos el poder felicitar por los aniversarios del cumpleaños, con lo que el tema tabú de la edad, ahora se festeje como un acontecimiento social, pero siempre en el entorno personal y atendiendo obligatoriamente el propio lugar de trabajo, de forma que el nombre carece de importancia para la computadora porque aún no se ha inventado un programa informático de reconocimiento que permita invitar al consumo que para su estímulo, si tomamos el almanaque, observaremos que todos los meses hay alguna festividad para celebrar porque cuando surgió la ocurrencia comercial, aún no existía internet.

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