Los intentos de estabilización y apertura española

por Pedro Voltes Bou


     El 1 de abril de 1947 se promulgó la Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado mediante la cual España adoptó la forma política de reino y se determinaron los requisitos que debería reunir el sucesor de Franco en aquella magistratura. Al propio tiempo, el jefe de la casa real y titular de los derechos sucesorios don Juan de Borbón, expresó en reiterados escritos desde 1944 en adelante, su rechazo de un régimen que mantenía a España alejada de la vida democrática. El 19 de julio de 1951, Franco formó nuevo gobierno dando el rango de ministro al subsecretario de la Presidencia Luís Carrero Blanco, hombre de su círculo íntimo a quien se atribuía el propósito de tecnificar el aparato estatal y desvincular a sus dirigentes del recuerdo de la guerra. En diciembre de 1954, Franco y don Juan de Borbón se entrevistaron para convenir en que el primogénito de la familia real don Juan Carlos, se educara en España con miras a prepararle para asumir la corona en su día.

     Advirtiendo la inutilidad de la resolución sobre retirada de los embajadores en Madrid, las Naciones Unidas la abrogaron en 1950 y un poco más tarde, España fue admitida en la FAO, en 1953 en la UNESCO y en 14 de diciembre de 1955 en la Organización de las Naciones Unidas. En julio de 1951, los Estados Unidos habían comenzado negociaciones con España para estudiar una cooperación militar y económica y el 26 de septiembre de 1953, suscribieron un acuerdo con ella para la construcción y disfrute común de unas bases navales y áreas, la ayuda económica a España y la asistencia técnica y material a sus fuerzas armadas. En abril de 1956 España concluyó un tratado con Marruecos para reconocer su independencia y evacuar la zona de protectorado que le correspondía, exceptuando las plazas de soberanía de Ceuta, Melilla, las islas Chafarinas y el Peñón de Vélez de la Gomera.

     Según el informe FOESSA, entre 1958 y 1964 cambió el criterio de distribución de los presupuestos familiares y se redujo la parte de los mismos dedicada a la alimentación. En 1956 comenzaron a emitirse regularmente programas de televisión y no tardó en percibirse la eficacia del nuevo medio en la publicidad, así como en la orientación ideológica. Otro factor importante de modificación de las costumbres españolas estribó en la difusión del automóvil. En 1949 se había fundado la factoría de SEAT en Barcelona, a la cual siguieron otras muchas marcas. En 1950 la proporción de vehículos de turismo por mil habitantes era de 3'1 y diez años después, de 9'5, para continuar creciendo. En 1952 se constituyó la Comisión Nacional de Productividad Industrial dentro de una oleada de moda de los criterios de mejora en la organización y el rendimiento de la producción. En 1 de marzo de 1951 se había registrado en Barcelona la primera expresión colectiva de enfrentamiento con el régimen por medio de la abstención popular a usar los tranvías cuyo precio había sido aumentado. Dejando por imposible la enumeración de otras muchas manifestaciones de disconformidad públicas y privadas que siguieron a ésta, deben anotarse las huelgas de los astilleros de Euskalduna de diciembre de 1955 y otras en Cataluña, Pamplona, Asturias y diversas localidades del norte en la primavera de 1956, que se basaron en la insuficiencia de los salarios respecto del creciente coste de la vida. Se intentó paliar tales conflictos con dos decretos dictados en 1956 que suponían mejoras salariales y daban libertad a las empresas para convenir las condiciones de trabajo con sus empleados.

     El 21 de julio de 1959, dando oídos al dictamen de la comisión del Fondo Monetario Internacional que visitó España, el gobierno adoptó un plan de estabilización que le propusieron los ministros de Comercio y Hacienda a Ullastres y Navarro Rubio respectivamente y que tenía por piedra angular la alineación de España con el sistema monetario europeo en cuyo seno se había acordado la convertibilidad de las divisas. La peseta fue devaluada rebajándola al cambio de 60 por dólar USA y se aspiró a corregir la inflación, reconstruir las reservas de divisas y fluidificar los intercambios entre nuestra economía y las extranjeras. Este plan se completó el 26 de diciembre del mismo año con una reforma tributaria. A partir de 1959 comienza a percibirse la llegada a España de una enorme oleada turística que se prevé creciente y para acogerla, se improvisa rápidamente una estructura urbanística y hotelera temeraria y grosera con grave perjuicio del paisaje y el ambiente. Con ciertos altibajos y retractaciones, fue imponiéndose la tendencia a liberalizar múltiples aspectos de la actividad económica y en concreto, la instalación y transformación de industrias. También en materia de prensa, publicaciones y espectáculos, comenzó en 1962 una actuación gubernativa más abierta.

     En febrero de 1962 fue nombrado comisario del Plan de Desarrollo Laureano López Rodó, el cual se había dedicado en los años anteriores a racionalizar y dinamizar la gestión pública y comenzó una tarea de promoción de estudios que, junto con el asesoramiento de la oficina francesa análoga, condujo a la elaboración del I Plan de Desarrollo (1964-1967), que fue promulgado por ley de 28 de diciembre de 1963. Estuvo precedido en 1962 por la ley de ordenación del crédito y la banca, que nacionalizó el Banco de España y los demás oficiales menos el Exterior de España y estructuró a los bancos y cajas de ahorros creando el Instituto de Crédito a medio largo plazo. El plan de desarrollo era indicativo para el sector privado y vinculante para el público, aspiró a reestructurar la minería del carbón, aumentar la producción de energía eléctrica, modernizar la siderurgia, aumentar la producción de cemento y otras básicas, actualizar el sector textil y en general, favorecer las concentraciones de la producción y las acciones concertadas entre los particulares y la administración pública. El anhelo industrializador, se aplicó a menudo a regiones inadecuadas y a sectores que pronto estarían en recesión mundial, como en general, el acero y la construcción naval. El Programa Siderúrgico Nacional, elaborado con excesivo optimismo, generaría una sobreproducción que en años posteriores habría que remediar dificultosamente.

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