El experimento republicano

por Pedro Voltes Bou


     Exactamente, dos años, tres meses y tres días, habría de permanecer el país sin forma concreta de estado a partir del destronamiento de Isabel II hasta que fue nombrado rey Amadeo de Saboya. El hecho acredita bastante la confusión de las opiniones y la variedad contrapuesta de intereses y miras que estaban en acción. Al comienzo de este llamado «interregno», se constituyen juntas revolucionarias en Madrid y provincias y se registran abundantes actos de desbordamiento de las pasiones de las masas. Conviene indicar que la revolución, comenzada como un simple rechazo de la monarquía borbónica, comprende un vigoroso factor de protesta proletaria contra la sociedad burguesa que pone todas sus esperanzas en la continuación y término de la empresa de derrocar el orden existente y que no tardará en sentirse defraudada al ver que todas las innovaciones que van a registrarse corresponden a la mera fachada política. sin afectar para nada a la dinámica social. El 8 de octubre siguiente queda constituido un gobierno provisional encabezado por el general Francisco Serrano en el cual participan Topete, Primo Sagasta, Laureano Figuerola, Ruiz Zorrilla y otros. En el mismo año comenzaría en Cuba una peligrosa sublevación separatista que vino a constituir el primer acto subversivo contra la soberanía española. En 11 de febrero de 1869. se reúnen por vez primera las cortes de la nueva situación y el gobierno provisional, ratificado por ellas, pasa a convertirse en poder ejecutivo, anunciando su propósito de hacer compatibles con el orden, las libertades políticas conquistadas». En junio del mismo año, las cortes votan una nueva constitución y es nombrado regente del reino el general Serrano. Causa una encendida protesta en Cataluña en este año que, dentro de la ley de presupuestos, el ministro de Hacienda Figuerola, presenta un arancel de aduanas donde se prevé la reducción progresiva de las tarifas extraordinarias que gravan la importación de mercancías extranjeras, lo cual representa, según los empresarios catalanes, la apertura del país a ellas y la ruina de las fábricas españolas. Los cerealistas castellanos y las herrerías vascas se suman a estas protestas, que en las respectivas zonas, son compartidas por los obreros y la opinión general y vienen a señalar un principio de distanciamiento respecto del régimen revolucionario.

     En la regencia de Serrano, con apoyo de las cortes se había establecido el consenso implícito de no rechazar todavía la fórmula monárquica de estado, comienzan a registrarse maniobras de los candidatos y sus respectivos partidarios y así, constan sectores favorables a la sucesión del príncipe Alfonso, hijo de la reina destronada del príncipe Fernando de Sajonia-Coburgo, que había sido regente de Portugal, del duque de Montpensier, así como incluso del general Espartero, para no mencionar la actividad y optimismo de los carlistas, que creen que ha llegado su hora. En junio de 1869, al pasar Serrano a la regencia, había ocupado la presidencia del gobierno el general Prim, el cual se dedicaría especialmente al empeño de buscar rey para España. El ofrecimiento de la corona al príncipe alemán Leopoldo de Hohenzollern-Sigmaringen viene a constituir el prólogo de la guerra franco-prusiana de 1870. En el curso de esta tensa temporada, el duque de Montpensier dio muerte en desafío al infante Enrique de Borbón, lo cual anuló su candidatura al trono. La creciente violencia de la controversia sobre la sucesión y el peligro que representan tanto los carlistas como los federalistas republicanos y los extremistas populares, dan prisa a los políticos de Madrid para elaborar una solución monárquica admisible. Se cree encontrar esta en la persona del hijo segundo del rey Víctor Manuel II de Italia, el duque de Aos- ta, Amadeo de Saboya, el cual, en agosto de 1870 acepta el ofrecimiento de la corona. Amadeo es proclamado rey el 16 de noviembre y desembarca en Cartagena el día 30. Tres días antes ha sido víctima de un atentado el general Primo su principal valedor, el cual muere en el mismo día de la llegada del rey Amadeo a España. Este se encontrará desamparado contra un país hostil y áspero, en su mayoría, que le reprocha su origen extranjero, mientras carlistas y republicanos no desmayan en el propósito de destronarle. Los partidarios de la revolución de septiembre se dividen en conservadores y radicales y sus enfrentamientos consumen buena parte de las energías políticas del país. Los carlistas se lanzan a la lucha armada en 1872, comenzando la tercera guerra carlista bajo las banderas de Carlos VII. Un atentado que se registra contra los reyes en Madrid, colma la paciencia de Amadeo I fatigado de que su buena voluntad y su valiosa capacidad tuviesen tan adverso trato en España. En 11 de febrero de 1873 el rey dirige un mensaje a las cortes renunciando a la corona española para él y sus descendientes y el mismo día es proclamada la república.

     La abdicación del rey había contribuido sin duda, a crear desilusión y pesimismo a propósito de la institución monárquica y por otra parte, la república pareció a los extremistas el vehículo infalible de la satisfacción de sus reivindicaciones. No cabe dudar de que fueron grandes las esperanzas que suscitó la nueva forma de gobierno y que las masas no regatearon manifestaciones de alegría frecuentemente desmadradas hacia la irrisión de las instituciones religiosas, los atentados a la propiedad y el desacato a las autoridades. En mayo de 1873 se celebran elecciones para formar unas cortes constituyentes, pero no es posible concretar criterios comunes entre los diputados más allá de una aceptación abstracta del federalismo. La Primera República dura menos de un año y tiene cuatro presidentes: Estanislao Figueras y Moragas, de 11 de febrero a 11 de junio de 1873, que dejó el poder sin avisar a nadie; Francisco Pi y Margall, de 11 de junio a 8 de julio; Nicolás Salmerón y Alonso, hasta 7 de septiembre y Emilio Castelar y Ripoll hasta 23 de enero de 1874. El país permanece en desorden casi continuo durante este experimento político que es capaz de alarmar a los unos mientras no lo es de satisfacer y apaciguar a los otros. Las violencias repetidas que se registran en las calles conducen a que España tenga que romper sus relaciones con Inglaterra y Francia. En las fuerzas armadas cunde la indisciplina y son clamorosos los desórdenes del cuerpo de artillería y en Málaga, Cartagena y otras localidades, estalla el movimiento cantonal como forma extrema del federalismo. Mientras tanto, los carlistas se encuentran en un momento de suprema fuerza y parecen estar a punto de adueñarse del poder que ya poseen en amplias zonas del norte, de España y de los Pirineos. El momento más grave de este mar de confusiones llega cuando los cantonales de Cartagena se apoderan de la escuadra. Tienen que intervenir buques alemanes e ingleses para dominar a los sublevados. También en Cuba está prosperando una seria rebelión. En 3 de febrero de 1874 el general Manuel Pavía manda a una fuerza armada entrar en el Congreso para interrumpir una votación que iba a costar la presidencia a Castelar, de quien era partidario. El general espera fuera el resultado de la orden de desalojar el edificio que es cumplida sin incidentes. El suceso no pone fin de derecho a la república, que dura hasta la proclamación victoriosa de Alfonso XII. El propio general Pavía, capitán general de Madrid, convoca a los políticos más prestigiosos y promueve el nombramiento del general Serrano como regente por segunda vez, teniendo por presidentes del poder ejecutivo sucesivamente al general Zabala hasta 3 de septiembre y a Práxedes Mateo Sagasta.

     Desarróllanse mientras tanto, activas conspiraciones en favor de la restauración borbónica en la persona de Alfonso XII, centradas por Antonio Cánovas del Castillo y las apoyan grupos empresariales y financieros catalanes y de otros centros vinculados con el proteccionismo aduanero, que desde la tendencia librecambista de la revolución de 1868, se había convertido en una agrupación de ideas y de intereses proyectada contra aquel gobierno y sus sucesores. Durante el período de la regencia de Serrano, se obliga a los carlistas a levantar el sitio que habían puesto a Bilbao, se reduce la rebelión de Cartagena y se desarrolla una campaña contra los carlistas, en la que muere el general liberal Concha. Dentro de este contexto y contando con la simpatía de buena parte de la población, el general Martínez Campos proclama rey a Alfonso XII en Sagunto el 29 de diciembre de 1874. El hijo de Isabel II tenía entonces diecisiete años y estaba estudiando en Inglaterra después de haberlo hecho en Viena y llegó a Barcelona el 9 de enero de 1875.

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