La independencia de la América española

por Pedro Voltes Bou


     A partir de la ocupación del suelo español por las tropas napoleónicas y la interrupción del gobierno legítimo en la metrópoli, comienzan a darse en la América española las bases de arranque del movimiento independentista que en diversos lugares tiene carácter de asunción de la autoridad en nombre del rey cautivo. Una vez puesto en marcha este proceso, se abren camino una serie de factores que estaban más o menos larvados en la situación anterior, como son el resentimiento de la sociedad criolla contra el intervencionismo y la prepotencia de los intendentes y demás autoridades nombradas por el gobierno ilustrado junto a la madurez y poderío de los cabildos municipales, reflejo de una sociedad evolucionada, culta, próspera, deseosa de autogobierno, la equivocada política económica metropolitana que pretendía seguir teniendo las riendas del desarrollo material de las colonias, el auge de una cultura progresista en Indias que no podía compaginarse con la represión absolutista de Fernando VII y en suma, las intervenciones extranjeras en favor del independentismo, fueron decisivas para su arraigo y triunfo debido al empeño de las naciones europeas en penetrar en el comercio indiano con meta que parecía más fácil de lograr en una serie de países independientes que en una América colonial.

     La reacción de Madrid ante las diversas rebeliones americanas, no ayudó tampoco en nada a una solución constructiva del conflicto, sino que condujo a radicalizarlo en forma de guerra definitiva. Es interesante observar que los movimientos liberadores de América no nacen en una fase en que se registren adversidades económicas o tensiones políticas especialmente dramáticas, sino dentro de una situación de prosperidad global y por iniciativa de unos grupos urbanos mercantiles e ilustrados aparte de otros oligarcas conservadores establecidos en el campo entre los que hubo también muchos realistas y de sectores del clero y de las fuerzas armadas. Es llamativo el fracaso de movimientos surgidos en las clases media y baja como el del sacerdote Hidalgo en México, que no encontraron suficiente apoyo social para librarse de ser aplastados por la represión. Tales estamentos tampoco vivirían mucho mejor dentro de un país libre que en la etapa colonial, salvo los beneficios derivados de la abolición de la esclavitud y el establecimiento de los dogmas democráticos.

     El primer paso de la independencia americana consistió en la constitución de juntas llamadas monárquicas autónomas, para ejercer el gobierno por delegación implícita del rey: son las del Río de la Plata de 1809, Caracas de 1810 y Buenos Aires y Bogotá. de este mismo año, entre otras. El virrey Abascal reconoce a la Junta de Chile y en la Constitución de Cundinamarca de 1811, se consigna el derecho de Fernando VII a coronarse rey en Colombia si se presenta personalmente allí para tal fin. Al margen de este movimiento están en curso de antiguo unas líneas independentistas, de las que es patriarca el general venezolano Francisco de Miranda (1750-1814), fundador en Londres de la llamada Gran Reunión Americana, en la que figuran los futuros libertadores O'Higgins de Chile; Nariño de Nueva Granada; Montúfar y Rocafuerte de Quito, Caro de Cuba. y Alvear de Argentina. La Junta de Caracas acreditó ante ese organismo en 1810 a Simón Bolívar, Andrés Bello y Luís López Méndez, quienes, junto con Miranda, tuvieron negociaciones con el gobierno británico y de vuelta a Caracas, proclaman la independencia de Venezuela el 14 de julio de 1811, intento que es reprimido por los españoles que apresan a Miranda y obligan a emigrar a Bolívar. Tras la ejecución de Hidalgo, su legado es recogido por otro cura, José María Morelos, que proclama la independencia en 1813 y es también fusilado por los españoles. En 1821 fue proclamada de nuevo la independencia mexicana por el coronel Agustín de Itúrbide, enviado con sus tropas a combatir al rebelde Guerrero, aunque en 1822 se proclamará emperador de México. En el Río de la Plata se disolvió en 1810 la primera junta compatible con el virrey y que era Hidalgo de Cisneros y fue obligado a dimitir. En 1812 José de San Martín aseguró el triunfo militar de la independencia que fue proclamada en 1816 en el congreso de Tucumán. Bolívar, mientras tanto, entra en Caracas en 1813 tras desarrollar la llamada «cámpaña admirable», a la que pone término la llegada de tropas desde España mandadas por el general Pablo Morillo y Bolívar vuelve al exilio. Tras su victoria en Chacabuco en 1817, O'Higgins consolida la independencia de Chile. En 1821 Bolívar, retornado a la lucha gana la batalla de Carabobo y asegura la independencia de la Gran Colombia. En el Perú, adonde llega San Martín tras haber contribuido a la independencia de Chile, los independentistas encabezados por el general Sucre, logran las victorias de Junín y Ayacucho en 1824. Finalmente, todos los gobiernos hispanoamericanos son convocados por Bolívar en 1826 al congreso de Panamá.

       Es inevitable conectar el éxito de los movimientos independentistas americanos con la torpeza, la confusión y la inestabilidad de la política española de los mismos años, recordando por ejemplo que, entre 1814 y 1819 hubo en Madrid 24 cambios de gobierno y que las ideas personales del rey en la materia, no pecaron nunca de generosas ni flexibles, sino que consistieron básicamente en esperar el arrepentimiento y la sumisión de los rebeldes de las Indias. Salvo algunas anécdotas de tipo más bien simbólico, los liberales no emprendieron tampoco una política inteligente y continuada respecto del hecho americano y aún hay que anotar que su gobernación en España acabó de privar a ésta de la adhesión de algunos sectores tradicionalistas que todavía la apoyaban. El desprestigio de la política fernandina en Europa, la privó de obtener la solidaridad de las potencias en el problema americano, para no añadir que la ayuda que España había prestado a la sublevación de los Estados Unidos, le impedía hacer reproche alguno a Inglaterra en esta materia. Tampoco podía el gobierno de Madrid hacerse muy fuerte en la retención de territorios como Florida y Luisiana claramente codiciados por el de Washington, puesto que eran posesiones confirmadas por tratados de pocos años antes, en claro son de servir de compensación e intercambio con otras posesiones y derechos. No obstaba a esta valoración el que ambas áreas hubieran sido exploradas de antiguo por España que tuvo en ellas guarniciones tan significativas como la de San Agustín en Florida.

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